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Mostrando entradas de enero, 2020

Reencarnación

Cada tarde, desde el trabajo, mi marido me envía un mensaje de buenas tardes. Aprovecha el rato de descanso y acompaña el mensaje con una foto de algún lugar maravilloso. A cada uno de esos lugares nos gustaría viajar. Tengo tantos lugares acumulados en el móvil que, tendríamos que vivir diez vidas para cumplir el sueño de viajar a todos. Nos hemos prometido buscarnos en cada reencarnación. Yo llevaré mi flor favorita, él llevará mi libro de Relatos. Así no habrá pérdida. ❤️ Carmen Martagón ©
Aprender a leer es encender un fuego,  cada sílaba que se deletrea es una chispa”. Victor Hugo     OLVIDAR LAS PALABRAS Y ENCENDER LA CHISPA Hay historias de tu vida que siempre recuerdas. Desconoces si es por esa forma especial que tiene la memoria de elegir los acontecimientos para traerlos al presente, o bien, por las veces que tu madre o tu abuela los refieren a propios y extraños en un intento por dar a conocer y ensalzar tus méritos actuales o infantiles. Pensar en esa chispa, que logró encender el fuego en mi interior y rememorar mis primeros pasos en la lectura, significa traer a mi presente la figura de doña Lola, mi maestra de primer curso de Educación General Básica (E.G.B.). Recuerdo a doña Lola como una señora de buena planta, elegante, alta y grandota, con los labios pintados de rojo brillante, siempre sonriente y muy cariñosa. En sus manos, de largos dedos, un lápiz, también rojo (casi idéntico al esmalte impecable de sus uñas) que guiaba entre las letras d

MI DESEO

No debió ponerse las botas de tacón para la cita. La semana se presentó lluviosa y una borrasca, a la que los meteorólogos han apodado Elsa, sigue en pleno apogeo. El viento de media mañana remueve los paraguas de los transeúntes que se cruzan con Carmen. Ella prefiere llevar la gabardina. Con este viento el paraguas no es más que un estorbo. Este diciembre está siendo especialmente desapacible. Los días andan revueltos, tanto, como su vida.           No es la primera vez que visita el pueblo, pero el lugar de encuentro no está en los alrededores de las zonas que conoce. No logra encontrar la dirección. Podría preguntar, pero alguna idea absurda en su interior le dice que, sería como contarle a los extraños que viene a una cita indebida. Pasa cerca de un colegio, en el interior suenan villancicos. Aguza el oído y distingue la letra de "los peces en el río". Aquellas voces infantiles le recuerdan a sus hijos, cuando eran pequeños. Juan ya casi cumplió los die

Muñeca de trapo

Cuando era pequeña los regalos bajo el árbol no estaban envueltos en papel. No recuerdo si el papel de regalo no existía o mamá no tenía tiempo, para esmerarse en envolver lo que podía colocar bajo aquellas ramas, cargadas de espumillón de colores. Para mis hermanas y para mí, la noche de Reyes era una noche muy especial. Nos dormíamos con la emoción de encontrar algo nuevo al despertar, aunque, casi nunca encontrábamos lo que habíamos pedido en la carta a los Magos.           Mi madre fue costurera toda su vida. Nos contaba, que su primer contacto con el oficio había comenzado mientras iba recogiendo los hilos que caían al suelo, en la habitación de costura de su madre. De ahí paso a enhebrar agujas, aprendió a hilvanar y, poco a poco, llegó a dominar ese arte de crear con agujas, hilos y telas. A ratos, también me recuerdo barriendo hilos sobrantes de hilvanes y trocitos de tela, aunque yo nunca aprendí a coser como ella. Con los retales más grandes, mamá hacía preciosa

Creer

No creo en el tiempo perdido, ni en los enemigos, ni en que la gente deje de importarnos cuando se alejan. No creo en promesas, ni en el infierno, ni en otro cielo más que el que veo. El cielo azul de días despejados, el que se vuelve naranja en los atardeceres o luce gris en las  largas tormentas. No creo en la suerte, ni la buena ni la mala, quizás en el destino que nos va trayendo momentos, personas o situaciones. No creo en esa parte de la iglesia que acumula riqueza, que abusa de menores, que dicta las normas de lo bueno y lo malo. No creo en el pecado, ni el castigo divino, tampoco en el castigo, de quienes se dicen humanos, contra los inocentes, los desvalidos, los que no pueden defenderse. No creo en los cargos o títulos nobiliarios, ni en la sangre azul de la realeza, ni en las altas esferas. La única esfera, de la que estoy segura, es mal llamada planeta, y nos hace rodar sin que nos demos cuenta. No creo en el amor que no te reconforta, que no llena la vida, que no

Noel

Se equivocan quienes piensan que Santa Claus entra por la chimenea, porque en realidad él entra a través del corazón Paul M. Ell Me han advertido que no puedo hablar con nadie acerca de por qué, mi hijo Álvaro y yo, estamos aquí. El taxista que nos recoge, en esta estación desconocida, parece buena persona. El hombre no hace preguntas, pero no puedo evitar contarle mis razones para estar a más de quinientos kilómetros de mi hogar. Es como si quisiera dejar mi historia en manos de alguien. Como si, de ese modo, no muriese del todo la mujer que he sido los últimos treinta años.           Hoy es veintisiete de septiembre. Se inicia el andar de los días hacia final de año. Se inicia un camino nuevo para muchas personas. No sé si para mí es el inicio o el fin.        En el tren, mientras me adormilaba con el traqueteo, he pensado que pasaría desapercibida entre los cientos de viajeros que regresan a casa. Por ese motivo se viaja en Navidad. Esa es la principal r