Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2021

ANDALUZA

Nací al abrigo de un cielo andaluz, me arroparon los vientos llegados del mar, el levante, el poniente, o esa leve brisa que alivia las noches y acomoda el cuerpo a demasiados grados. Aprendí el sentido del equilibrio en los altos nidos de las cigüeñas, poses sobre campanarios que miran desde arriba las casitas blancas. Crecí, al ritmo de las olas de una playa eterna,  con el compás de Alosno enredado en las manos y es color rojizo de un río sin vida, bañando mi estampa. La tierra minera, herencia notable, forjó toda estirpe, endureció las carnes y guió nuestros pasos.  La luz y el tiempo, medidos a golpe de versos, viven atrapados entre los pinares de un hermoso parque; sin querer marcharse,  henchidos de gozo, duermen entre  dunas, entre tilo y jara y bañan su hechura, junto a las riberas de cualquier arroyo,  de cualquier estanque,  de la misma playa.  Soy, como esa espesura de bosques de  sierra,  como esos olores de arena mojada cuando en Aracena te despierta el agua.  Soy la nieb

Cartas de Amor

Alguna vez leí que para romper es necesario guardar un "restito" de amor. Quizás hablamos de una mínima parte, de ese algo inmenso que nos asalta en los primeros encuentros. Tal vez, un resto de la pasión que se desborda entre las sábanas sobre nuestros cuerpos. Un poco de la dulce miel de los primeros besos o la ternura de tu mano en mi mano en el sofá, en el paseo diario, en el mínimo instante de calmar el dolor ante lo cotidiano. Debe haber algún rincón en las entrañas, donde derramar gota a gota el rumor de las horas contigo, el tiempo del recuerdo en cada espera o la mirada de amor que me acompaña, desde la primera vez que nos vimos. No, no esta en mi cabeza romper nada, pero guardo precavida los recuerdos, que habitan en el alma enamorada, por si alguna vez la llama no es la misma y tengo que avivar toda esta lumbre. La misma que hoy calienta nuestros huesos y nos caldea el alma. Carmen Martagón © 

Reloj

Añoramos abrazar sin tiempo,  reconocer la sonrisa en los rostros ajenos, sentir el cuerpo y abandonarse al cosquilleo; extrañamos el paseo, la cerveza al sol, sin miedo, la sobremesa interminable cargada de anécdotas, añoramos las risas, las carcajadas,  y el baile apretado aprovechando lo oscuro. No nos acostumbramos al encierro, al miedo,  a preguntas interminables sin respuesta,  a la duda, la incertidumbre, la muerte acechando en cada esquina.  Aún nos sorprenden las noticias,  nos sobrecogen las historias de pérdidas familiares,  aunque todo parece ajeno, distante y fugaz.  Estamos deseando volver a la rutina,  viajes, trabajo, abrazos, risas,  dejamos pasar la vida en una búsqueda,  en lo que pudo haber sido y no fue,  en lo que nos han robado o prohibido. Sentimos que el tiempo se ha detenido,  pero el segundero sigue su ritmo,  el tic tac no se detiene.  No entendemos que esto, también es vida,  el minutero se paraliza cuando dejamos de existir, y solo es cuestión de un segund