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Mostrando entradas de septiembre, 2019

Marchar

Cuando me marche, dejaré en cada recodo mi recuerdo, la levedad de los besos ofrecidos, la mirada profunda mientras velaba sueños, el eco adormecido de mi voz en cada nana, o el brillo contenido de la risa, que reververa en las paredes de mi casa. Cuando emprenda el camino, sin retorno, me sobrarán las paredes ya desnudas, las puertas y ventanas enmarcando el color de amanecida, y la brisa fresca de las madrugadas. Se quedará mi lecho ya vacío, sin nadie que recuerde su pasado, los suspiros de amor en madrugadas, el roce de la piel que vuelve fuego el sonido imperceptible de los besos. Cuando solo sea humo, no existirán mas lágrimas, reflejos de emoción tras el deseo, el abrazo interminable, de las noches de amor, de cuerpos ya rendidos entre sábanas. Cuando me marche, las miradas profundas de este amor serán solo un recuerdo, y tú me extrañarás, ¡me extrañarás!, lo sabes. Carmen Martagón ©

Infiel

La brisa secreta de este amor llegó como un huracán, arrancando pasiones no correspondidas. Gritamos a los vientos que amamos, susurramos a la luna el pecado original entregando a las olas nuestros cuerpos, en esta marea que nos arrastra. Tú, mi veneno, sueño carnal, en noches estivales, rompes el sentir helado de esta piel que se abandona al calor de tus manos, y termina en la maraña de un amor intenso. Tú, mi pecado; vida y muerte, blanco y negro, cielo e infierno. Delito capital entre los labios, entre las piernas, en el abrazo. Lujuria sin conciencia que me arrastra y me eleva a los cielos del deseo. La brisa hiela la razón en este invierno, el oleaje de los cuerpos enlazados transforma en primavera los momentos; se ha calmado el Céfiro. Regresó la niebla que precede a la lluvia, regresó el viento a revolver mi vida. No tengo donde hayar refugio, te has marchado con la última marea. He perdido el paraguas olvidado en cualquier bar, en una mesa,

Escribir

Escribir poemas que solo puedan entender los solitarios, las doloridas, las erradas, las que siempre andan suspirando por los rincones. Decir la palabra exacta que active el mecanismo del llanto, de la duda, el consuelo, el regocijo, la risa. Colocar el verbo adecuado, que recoja las incertidumbres, y las esparza, como semillas, en terrenos fértiles. Que de ellas nazcan las verdades, y luzcan más brillantes las certezas. Escribir para esa gente rara, que llora a destiempo, que ríe nerviosa en los funerales, se alegra de las bendiciones ajenas y se duele, hasta de las desgracias desconocidas. Escribir, sobre los desterrados, las insensatas, las comunistas, los seres errantes buscando un empleo, de mesa en mesa. Escribir para las voces dormidas, la memoria revuelta, los avariciosos, las rencorosas, las que quieren llorar y les falta tiempo. Escribir, para esos seres sin vida, a quienes llaman cobardes, que ya no tienen fuerzas para defenderse. Escribir para las m

Suplicar la lluvia

Despertar a un cielo azul brillante, la sombra de los árboles guian el sendero incierto, pasos que te acercan al destino, días de risas rememoran un tiempo lejano. No llueve, las gotas mojan las entrañas, la ropa intacta ofrece una imagen distinta de ti, la sonrisa es perfecta si nadie asoma. Las contraventanas no muestran la oscuridad a la luz. La tarde se vuelve rosácea al ocaso, nunca has vestido de rosa, siempre fuiste de colores oscuros, el alma blanca, la risa primavera, el corazón rufo, como la sangre, las palabras anaranjadas de atardecer; transparentes u opacas, según el destino. No cesa la lluvia en tu interior, miras al horizonte, súplicas unas nubes que empapen el suelo, que salpiquen la ropa; disimular los surcos hasta la comisura, ofrecer una sonrisa, será una meta impuesta. El espejo no debe saber. Carmen Martagón ©

Equipajes sin Nombre

Valentina y Emma, dos mujeres valientes. Dos historias diferentes unidas en mi cabeza, para llenar las páginas de un sueño: mi libro de relatos «Equipajes sin Nombre».

Sencillamente humana y visible

Mujer para acunar un sueño, mujer para besar la luna, mujer que no siempre sonríe, a veces, mal hablada, otras veces, llorona, cariñosa y sensible. Mujer que no lleva tacones, mujer plana hasta en el reverso, mujer sin carmín, sin esmalte a ratos, con ropa de domingo, arreglada en las fiestas y otras veces descalza. Mujer vestida de uniforme, sargenta, teniente, personal de cabina, auxiliar de vuelo que no azafata. Bombera o jubilada. Bordadora o modista, soltera, sola, acompañada, a ratos en pareja, a ratos nada. Mujer con rayos y centellas, heroína sin cuento, princesa sin corona, solitaria belleza. Mujer de siesta o de paseos, de orilla o montaña, natural o enlatada, mujer en sentimiento, con o sin vulva,  con mirada. Mujer de pecado sin serpientes, dolorosa y callada, madre, esposa, hija o hermana, decente o indecente, tal vez todo, tal vez nada. Simplemente persona, sencillamente humana. Invisible... demasiadas veces, demasiado tiempo,