Escribo desde el mismo corazón de las tinieblas,
donde el tiempo parece detenido,
escribo tras la oscura soledad de este destierro,
intentando alinear despacio las palabras;
mientras mi mente desordena el verbo
siento un vendaval de emociones en el vientre,
se desespera el sentir y
escribo...
Suena el tic tac imaginario en el reloj ausente,
vuelan alrededor las almas perdidas, ocultas de todo,
entre las paredes blancas que me atrapan.
No sé quién soy,
aquí no tengo nombre, ni título,
ni aval que me sostenga,
no tengo que rendir cuentas más que a mi propio infierno,
convertida en ojo vigilante
obligada a espantar a la muerte;
escribo...
La letra me mantiene en el mundo de los vivos,
afuera llueve a carcajadas,
el tiempo se ríe de mí,
el cielo tiene el mismo color gris plomizo que mis entrañas,
añoro la luz cegadora del sol atravesando la arboleda,
no existe imagen más simple para atarme en el lado de los cuerdos.
Las letras, que me sacan de esta cruda realidad,
son aliadas de la demencia;
no sé si prefiero quedarme en esta locura interior
capaz de alejarme del mundo.
Desde esa lejanía,
descanso y escribo.
Texto: Carmen Martagón ©
Foto: Rocío Escudero ©
Escribes, además de maravilla.Saludos .
ResponderEliminarLo haces muy bien....abrazos
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