Nací al abrigo de un cielo andaluz, me arroparon los vientos llegados del mar, el levante, el poniente, o esa leve brisa que alivia las noches y acomoda el cuerpo a demasiados grados. Aprendí el sentido del equilibrio en los altos nidos de las cigüeñas, poses sobre campanarios que miran desde arriba las casitas blancas. Crecí, al ritmo de las olas de una playa eterna, con el compás de Alosno enredado en las manos y es color rojizo de un río sin vida, bañando mi estampa. La tierra minera, herencia notable, forjó toda estirpe, endureció las carnes y guió nuestros pasos. La luz y el tiempo, medidos a golpe de versos, viven atrapados entre los pinares de un hermoso parque; sin querer marcharse, henchidos de gozo, duermen entre dunas, entre tilo y jara y bañan su hechura, junto a las riberas de cualquier arroyo, de cualquier estanque, de la misma playa. Soy, como esa espesura de bosques de sierra, como esos olores de arena mojada cuando e...
Herencias de mar, tierra, cielo, tiempo y sueños. Asómate a sentir... Palabras de mujer, nacidas de un puñado de vivencias. Directas desde mi corazón a tu corazón...