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Sencillamente humana y visible

Mujer para acunar un sueño,

mujer para besar la luna,

mujer que no siempre sonríe,

a veces, mal hablada,

otras veces, llorona, cariñosa y sensible.


Mujer que no lleva tacones,

mujer plana hasta en el reverso,

mujer sin carmín, sin esmalte 

a ratos, con ropa de domingo,

arreglada en las fiestas 

y otras veces descalza. 


Mujer vestida de uniforme,

sargenta, teniente, personal de cabina, auxiliar de vuelo que no azafata. 

Bombera o jubilada. 

Bordadora o modista,

soltera, sola, acompañada,

a ratos en pareja, a ratos nada. 


Mujer con rayos y centellas, 

heroína sin cuento, 

princesa sin corona,

solitaria belleza.


Mujer de siesta o de paseos,

de orilla o montaña, 

natural o enlatada,

mujer en sentimiento, con o sin vulva,  

con mirada.


Mujer de pecado sin serpientes,

dolorosa y callada,

madre, esposa, hija o hermana,

decente o indecente,

tal vez todo,

tal vez nada.


Simplemente persona,

sencillamente humana. 


Invisible...

demasiadas veces,

demasiado tiempo,

en el silencio. 


Invisible... 

como los fantasmas,

los demonios,

los ácaros,

los pensamientos. 


Discreta...

para no perturbar 

la Paz o el Sueño

de los dioses y diosas 

del maldito infierno.


Pero ahí... 

Vigilando mi lugar, 

mi mundo, mi tiempo. 

siempre en pie y alerta...

para no perder el tren

ni los recuerdos...


Carmen Martagón ©


Comentarios

  1. Me gusta esta mujer que describes, Martagona. No se trata del ideal de mujer, sino de la idea de mujer; de una y de cada una de las mujeres. ¡Bravo!
    Un abrazo.

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