Me has mirado,
con la caricia de seda asomando a los dedos
y he deseado disfrutar de tu abrazo,
tras el muro invisible que separa la piel de los amantes.
Muerdo la comisura de mis labios
recordando los dulces instantes del encuentro,
la suave brisa de tu aliento en el cuello,
la ternura de tus manos, enredadas sin tiempo, entre las mías,
ajenos a todas las miradas;
inoportunas miradas que encierran nuestro ser, en un lugar lejano,
inoportunas miradas que nos arrastran a la clandestina alcoba del encuentro.
Amantes nocturnos, oscura verdad que nos envuelve,
oscuro manto de la noche que
oculta un sentir que nos atrapa.
Carmen Martagón ©
con la caricia de seda asomando a los dedos
y he deseado disfrutar de tu abrazo,
tras el muro invisible que separa la piel de los amantes.
Muerdo la comisura de mis labios
recordando los dulces instantes del encuentro,
la suave brisa de tu aliento en el cuello,
la ternura de tus manos, enredadas sin tiempo, entre las mías,
ajenos a todas las miradas;
inoportunas miradas que encierran nuestro ser, en un lugar lejano,
inoportunas miradas que nos arrastran a la clandestina alcoba del encuentro.
Amantes nocturnos, oscura verdad que nos envuelve,
oscuro manto de la noche que
oculta un sentir que nos atrapa.
Carmen Martagón ©
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