Hijos del alma
Tú, mi mejor poema.
Tú, mi mejor relato.
La tenue luz de tu mirada inquieta,
el cosquilleo de la risa en mis oídos,
el abrazo y el beso sin motivo.
El llanto que viene a conmover el alma,
los dedos que se aferran al pecho materno,
la sonrisa innata dirigida a nadie,
la mirada que busca, que no reconoce,
tu boca de miel aferrada a la vida.
Juego de primeros pasos indecisos,
manos inquietas que buscan,
el brillo en los ojos, la boca que llama,
la emoción abierta, primeras palabras,
¡tan esperadas!
Tu mano;
diminuto lazo atado a mi cuerpo,
el pelo revuelto, la ropa arrugada, nuevos juegos.
Tu risa encantada, mi universo...
Carmen Martagón ©
Tú, mi mejor poema.
Tú, mi mejor relato.
La tenue luz de tu mirada inquieta,
el cosquilleo de la risa en mis oídos,
el abrazo y el beso sin motivo.
El llanto que viene a conmover el alma,
los dedos que se aferran al pecho materno,
la sonrisa innata dirigida a nadie,
la mirada que busca, que no reconoce,
tu boca de miel aferrada a la vida.
Juego de primeros pasos indecisos,
manos inquietas que buscan,
el brillo en los ojos, la boca que llama,
la emoción abierta, primeras palabras,
¡tan esperadas!
Tu mano;
diminuto lazo atado a mi cuerpo,
el pelo revuelto, la ropa arrugada, nuevos juegos.
Tu risa encantada, mi universo...
Carmen Martagón ©
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