Estirar las sábanas que apenas se revuelven,
recoger besos olvidados en la almohada,
lágrimas tristes, momentos dulces;
cada uno de los sueños incumplidos
duermen sobre la cómoda, esperando un encuentro.
Perdida la ilusión entre los fríos pasillos de la casa,
durmieron los sueños
en el manto negro de la noche.
Quedó prendida la esperanza al abrazo negado y voló lejos.
El dolor se acurrucó en el costado,
sentir el resquemor hasta en el respirar.
Sigo andando descalza por las baldosas frías de la alcoba,
desafiando a tu voz que me regaña,
tu voz que retumba en las paredes vacías, tras las sombras,
tu voz que se ha quedado entre mi pelo;
suena un "ya no te amo" que me ahoga.
Tal vez no fue un amor de libro,
nos bastaba leernos entre líneas,
pasando página con los dedos desnudos,
aprendimos a subrayar entre los labios
memorizado el amor en cada abrazo.
Hoy duermen las letras en los estantes esquivos de mi casa,
la música ya no suena en el viejo tocadiscos,
espera sumergida entre tinieblas
a que venga otro amor a despertarla.
He bajado, a deshojar las rosas del jardín de invierno
y he seguido el camino, tantas veces recorrido, hasta tus brazos.
Pero no estabas, tú ya no estabas.
Llueve como en Diciembre, pausadas las notas que la lluvia nos marca.
Mientras, la vida pasa.
Carmen Martagón ©
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