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Llueve la vida

Hoy llueven versos,
y entre las líneas que empapan mi cuaderno,
—ése pequeño,
de pastas amarillas—
he leído tu nombre.


He recogido las estrofas de los charcos,
antes de que los niños salten
y enturbien los recuerdos de tu risa,
los árboles hidratan sus hojas
para escribir en ellas
los juegos de infancia de los parques,
aquellos besos a escondidas
bajo su tronco olvidado y centenario.

Sobre el columpio,
se escribieron las risas de luna
en nuestras tardes de niñas,
y entre la arena,
donde jugábamos a ser madres,
la comida me ha sabido salobre,
como las lágrimas.

Hoy llueven cuentos,
la casita no es de chocolate
pero no perdió el olor a infancia,
la inocencia del primer sonrojo,
el asombro ante la caricia,
la sonrisa muda tras el primer beso,
ése que apenas roza la comisura
y que se queda para siempre
prendido entre los dedos.

Hoy me llueve la vida,
sobre las líneas de esta piel
en cuarentena,
sobre el dedo anular hoy despoblado,
sobre el papel que ya apenas recuerda
a esa niña, que escribe entre las nubes
la historia de aquel beso,
con sabor a regaliz
y a dulces sueños.

Carmen Martagón ©

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