No me sueltes de tus manos madre,
enrédame en tus lágrimas,
como ellas se enredan en los surcos de tu cara.
Que nunca deje de seguirme esa mirada,
no apartes tus ojos vigilantes de mis pasos,
no permitas que me pierda lejos de tu alma.
Abrázame muy fuerte madre,
acurruca mis sueños que son un poco tuyos,
no consientas que abandone mis batallas.
Déjame revivir, una vez más, esos instantes de niñez contigo:
con tu mano en mi frente se aliviaban las penas,
con tu mano en mi rostro se secaban las lágrimas,
con tus manos madre, que son el refugio la paz y la calma.
No me sueltes nunca,
no sabría caminar si tus manos me faltan...
Texto: Carmen Martagón
Foto: Mariquilla de la O
no apartes tus ojos vigilantes de mis pasos,
no permitas que me pierda lejos de tu alma.
Abrázame muy fuerte madre,
acurruca mis sueños que son un poco tuyos,
no consientas que abandone mis batallas.
Déjame revivir, una vez más, esos instantes de niñez contigo:
con tu mano en mi frente se aliviaban las penas,
con tu mano en mi rostro se secaban las lágrimas,
con tus manos madre, que son el refugio la paz y la calma.
No me sueltes nunca,
no sabría caminar si tus manos me faltan...
Texto: Carmen Martagón
Foto: Mariquilla de la O
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