por algunas rendijas, donde la luz se asoma
se adivina la vida que hay al otro lado,
una vida añorada, la libertad a un paso.
Para no hacer que las horas vuelvan loca el alma,
distraer los instintos y acallar pensamientos,
los hilos en tus manos tejiendo la nostalgia,
aprendiendo a hacer versos y a centrar la esperanza.
Enredando, enredando colores imposibles
se pasarán las horas que parecen eternas,
se acallarán los gritos, los tiros que no cesan
se ahogará esa batalla que ya no suena fuera.
Se perdió la contienda del campo de batalla
pero suenan las balas matando la memoria,
asfixiando la risa, helando sentimientos,
y vibra en las entrañas la sangre derramada.
El dolor de las madres por los hijos perdidos,
el dolor de los hijos al perder la inocencia,
el dolor y la pena sonando en la conciencia,
se empeña la memoria en retener lo vivido.
Con el paso del tiempo la memoria que falla
o que guarda escondido lo que rebosa el alma,
te ayuda día tras día a olvidar lo que callas
y a pensar que fue un sueño, que no sucedió nada.
Texto y foto: Carmen Martagón
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