Ir al contenido principal

TAVIRA: HUELLAS EN EL ALMA QUE HACEN RUIDO EN LA MEMORIA

 TAVIRA

Bañada por las mismas aguas que refrescan las orillas de mi Huelva, a sólo unos kilómetros de la frontera con Portugal, Tavira se asoma a las aguas del atlántico, pequeña y hermosa, con su ría, su isla, sus playas y sus callejuelas llenas de la música regional...

Allí nació y se crió mi abuela, en una casa señorial cercana al centro de la ciudad. He recorrido, muchas veces sus calles, me he sentado en sus plazas, he disfrutado de la amabilidad de su gente, de la exquisita gastronomía, el sabor de su café, ese sorbito de vida en una taza de poco más que un dedal...


 Tavira tiene la luz y el color del sur, el encanto que le han ido aportando los pueblos conquistadores a lo largo de sus historia, Fenicios, Romanos y Musulmanes dejaron su impronta en la ciudad.

Una ciudad hermana llena de energía y tranquilidad a la vez, turística, acogedora. Siempre con alguna actividad que haga sentir al visitante como en casa, artesanía, gastronomía, música... mercados locales en sus calles junto al río.

Merece la pena pasarse a conocerla. Forma parte del Turístico Algarve Portugués... Su historia y su belleza son parte de mi historia y mi herencia.


Decía mi abuela que pasear por Tavira la hacía sentirse un poco más portuguesa y un poco más andaluza. Así me gusta sentirme al visitarla.



Bañada por el sonido del mar
de los fados  que desgarran el alma
de las voces de poetas cantar
a ese mar que sin cesar la baña...

Hay mil besos entre orillas y sal
hay amores que se fueron perdiendo
blancas casas relucientes de cal
mil historias que sigo reviviendo.


Texto y Fotos: Carmen Martagón © 





Comentarios

Entradas populares de este blog

CANELA EN RAMA

"Canelita en rama eres mi niña bonita..".  Aquella tarde le vino a la memoria esa frase tan escuchada cuando pequeña. Estaba preparando un arroz con leche para sus nietos y había puesto los ingredientes sobre la mesa. El limón para echar la corteza en la leche, la canela en rama y el azúcar... De pequeña no sabia que significaba aquella frase que su abuela le decía, cada vez que preparaba arroz con leche o torrijas y usaba la canela como ingrediente. Ella siempre quería ser quien alcanzara, en la alacena de la cocina de su abuela, el bote de cerámica donde se guardaba la canela en rama. Para hacerlo se subía en la silla verde lacada, con finas patas de aluminio que parecía iban a romperse al sentarse, y se empinaba para llegar a él, siempre bajo la atenta mirada de la abuela. Cuando conseguía abrir el bote le pasaba las ramas de canela y su abuela repetía la frase acariciando su mejilla. - ¿ Qué significa eres canelita en rama mamá?.- Preguntó un día a ...

Silencio

 Silencio  “Se bebe té para olvidar el ruido del mundo”. T’ien Yiheng. Silencio  Hay demasiado ruido alrededor,  ruido innecesario y perturbador que te aleja de ti misma,  necesitas instantes donde encontrarte, instantes para buscar el silencio mientras escondes el grito atronador del dolor.  Hay demasiadas voces a la vez  te dicen si puedes o no, si estás o no, lo que debes hacer cada minuto.  Hay demasiadas voces de este mundo,  dejando mudo el pensamiento, atacando cada palabra no dicha, tratando de ocupar todo tu ser. Naciste más cerca del silencio, tu llanto de entonces ya no se recuerda, y ahora necesitas beberte a sorbos el ruido  y que todo esté mudo y callado, para pensarte y sentirte, para que nadie más te sienta.  Necesitas quedarte ausente algún tiempo, mientras los gritos se apaciguan  mientras el dolor se diluye en una taza de dulzura, en unas gotas de ausencia, en una leve sonrisa… o en un ritual que nadie entien...

Sonríe

                Claudia elegía cada  mañana una nueva sonrisa; cada tarde, las sombras de miedo se la borraban, cuando escuchaba el ruido de la llave en la cerradura.            Tenía guardadas en un cajón sonrisas diferentes para cada ocasión: una agradable para saludar a sus vecinos cuando bajaba a comprar el pan, la sonrisa enorme para recoger a su pequeño del colegio a las dos de la tarde o bien esa otra más serena cuando abrazaba a su madre al encontrarse con ella para un café. Ninguna de ellas le servía cuando él llegaba a casa del trabajo, las había probado todas, durante años, pero no eran válidas.              Cuando Claudia y Marcos se conocieron él le decía que adoraba su sonrisa infantil; después de unos años de noviazgo siempre aseguraba adorar esa mueca pícara, de mu...