Ir al contenido principal

DÍAS



Los días se nutren de cada inocente bostezo

en #gente insomne,

de aromas de café recién hecho, tostadas quemadas

o jabón de rosas de una ducha rápida.


Los días se componen de sonrisas tiernas, llantos inocentes,

llovizna de otoño, 

frío de invierno, 

tiempo casi helado, que transforma en vaho la vida diaria.


Los días se vienen, entre instantes felices que dibujan sueños, 

en momentos de duelo donde el llanto desborda, 

o entre besos furtivos en pasillos a oscuras. 


Los días son largos cuando el tedio te aprieta, la soledad te invade, cuando sobra la espera, 

o se acortan indolentes, en instantes de gloria, 

en felices recuerdos, en tristes despedidas de las que ya reniegas. 


Los días no son tuyos, ni míos, ni nuestros, 

no puedes acortarlos, ni alargarlos al tiempo, 

se componen de risas y refugios de llanto, 

de grandes huracanes, soles de primavera, 

ventanales de lluvia donde duerme el otoño. 


Los días son grises, o vienen a mostrarte 

una extensa paletas de colores:

el verde de la hierba en el campus, el azul impoluto del cielo sin nubes, 

el anaranjado del atardecer, 

el malva de los amaneceres, 

el plácido amarillo que dibuja el sol entre tormentas.


Los días que hemos dibujado tantas veces, 

en la memoria de tiempos felices, sobre una servilleta de papel en el bar de la esquina, 

en las hojas en blanco de la agenda incompleta, 

o la escayola de ese brazo roto que te arruinó la fiesta. 


Los días se van, tal como los suspiros,

y ya no vuelven.


Carmen Martagón ©


#poember2020

#poember

#poesía

#sentir

#vivir

#días

Comentarios

Entradas populares de este blog

Silencio

 Silencio  “Se bebe té para olvidar el ruido del mundo”. T’ien Yiheng. Silencio  Hay demasiado ruido alrededor,  ruido innecesario y perturbador que te aleja de ti misma,  necesitas instantes donde encontrarte, instantes para buscar el silencio mientras escondes el grito atronador del dolor.  Hay demasiadas voces a la vez  te dicen si puedes o no, si estás o no, lo que debes hacer cada minuto.  Hay demasiadas voces de este mundo,  dejando mudo el pensamiento, atacando cada palabra no dicha, tratando de ocupar todo tu ser. Naciste más cerca del silencio, tu llanto de entonces ya no se recuerda, y ahora necesitas beberte a sorbos el ruido  y que todo esté mudo y callado, para pensarte y sentirte, para que nadie más te sienta.  Necesitas quedarte ausente algún tiempo, mientras los gritos se apaciguan  mientras el dolor se diluye en una taza de dulzura, en unas gotas de ausencia, en una leve sonrisa… o en un ritual que nadie entiende; como tu silencio… Carmen Martagón  #silencio  #ritualde

CANELA EN RAMA

"Canelita en rama eres mi niña bonita..".  Aquella tarde le vino a la memoria esa frase tan escuchada cuando pequeña. Estaba preparando un arroz con leche para sus nietos y había puesto los ingredientes sobre la mesa. El limón para echar la corteza en la leche, la canela en rama y el azúcar... De pequeña no sabia que significaba aquella frase que su abuela le decía, cada vez que preparaba arroz con leche o torrijas y usaba la canela como ingrediente. Ella siempre quería ser quien alcanzara, en la alacena de la cocina de su abuela, el bote de cerámica donde se guardaba la canela en rama. Para hacerlo se subía en la silla verde lacada, con finas patas de aluminio que parecía iban a romperse al sentarse, y se empinaba para llegar a él, siempre bajo la atenta mirada de la abuela. Cuando conseguía abrir el bote le pasaba las ramas de canela y su abuela repetía la frase acariciando su mejilla. - ¿ Qué significa eres canelita en rama mamá?.- Preguntó un día a

Sonríe

                Claudia elegía cada  mañana una nueva sonrisa; cada tarde, las sombras de miedo se la borraban, cuando escuchaba el ruido de la llave en la cerradura.            Tenía guardadas en un cajón sonrisas diferentes para cada ocasión: una agradable para saludar a sus vecinos cuando bajaba a comprar el pan, la sonrisa enorme para recoger a su pequeño del colegio a las dos de la tarde o bien esa otra más serena cuando abrazaba a su madre al encontrarse con ella para un café. Ninguna de ellas le servía cuando él llegaba a casa del trabajo, las había probado todas, durante años, pero no eran válidas.              Cuando Claudia y Marcos se conocieron él le decía que adoraba su sonrisa infantil; después de unos años de noviazgo siempre aseguraba adorar esa mueca pícara, de mujer enamorada tras complacerle en sus juegos sexuales. Con el paso de los años le reprochaba que había perdido lo más hermoso de su cara, la alegría.               Algunos días, frente al es