Desconozco quién decide el cambio de estación,
en un click ya es otoño,
los días menguan, replegándose hacia media tarde.
Amanece distinto,
los pájaros preparan su vuelo
en busca de otras latitudes,
hasta la brisa se alía con la horas;
ya refresca al atardecer
y en las madrugadas.
El estío da paso al otoño,
le ofrece algunos rayos de sol,
le regala, por unas horas, la claridad del mediodía,
pero deja espacio a los vientos
para que alivien las tardes de calor
y enfríen las noches de septiembre.
Octubre llega casi sin avisar,
helando la piel de los amantes,
sonrojando la fruta prohibida,
y coloreando la mirada del poeta,
El otoño viene abriendo en canal los atardeceres,
dando paso al color anaranjado,
o al ocre de otros frutos más inciertos.
Las nubes pasan deprisa, jugando con el viento,
las sombras se alargan,
los cipreces se preparan para honrar a los muertos,
las hojas yacen sobre el asfalto,
solo el viento las hace revivir
por un leve instante.
Noviembre dará paso al invierno,
con sus días helados
y la nostalgia saltando entre las horas,
pero eso, ya es otra historia...
Carmen Martagón ©
Basta con abrir la ventana de la sensibilidad para describir el paso del tiempo, ese juego de nubes y viento, ese tajo de luz que le roban al día mañana y tarde. Todo lo haces bonito, Martagona.
ResponderEliminarUn abrazo.