Desconozco
si es posible considerar a mi abuelo un héroe de toda esta tragedia. En unos
días cumpliría 103 años. Muchas personas pensarán que, con tan avanzada edad,
ha vivido bastante. Otros, como esos personajes siniestros de las redes
sociales, tal vez puedan pensar que sobraba. Para nosotros, quienes le hemos
perdido, era vital tenerle cerca.
Buscando en Internet la palabra héroe, encontré un
apartado en el que se me invitaba a buscar rasgos distintivos del héroe o la
heroína. Pensé que podría hacerlo en la figura de mi abuelo.
1. Inteligencia
superior que les posibilita solucionar acertijos y problemas.
En casa, mi hermano y yo, nunca pasábamos las pruebas
de sus cientos de adivinanzas. Estábamos seguros que escondía un libro, con
miles de ellas, en algún lugar del dormitorio. Recuerdo que buscábamos, entre
sus cosas, cuando salía a dar paseos con la abuela. Nunca lo encontramos.
2. Cometer
un phónos akoúsios, es decir, una muerte accidental, por lo que deben
sufrir un castigo que determina el exilio.
El abuelo fue artillero durante la guerra, apenas había
cumplido diecisiete años. Nunca hablaba de la contienda. Nunca hablaba de los
muertos. Nunca hablaba del pasado. A veces, parecía estar a miles de kilómetros
de sí mismo, tal vez era una forma de exilio personal.
3. Debe ser
valiente, tener honestidad, pensar en los demás, tener valores, seguridad, y perseguir
sus objetivos sin importar los obstáculos.
Esta cualidad es la que más me cuadra con él. Diría
que su rasgo más importante era la honestidad. Se pasó la vida pensando en el
bienestar de su familia. En cuanto a la valentía, nunca tuve oportunidad de
presenciar un acto valiente. La vida transcurrió plácida en los años que le
tuve cerquita.
4. La mayor
parte de las veces han experimentado el exilio, lo que implica una suerte de
conocimiento o iniciación por la que, al regresar, se muestran diferentes.
Cuando regresaba de ese tiempo, donde parecía estar lejos
de sí mismo, se transformaba en otra persona. Regresaba a sus tardes de
lectura, a los paseos por el barrio, a los cuentos que inventaba para sus
nietos y se iba convirtiendo en el abuelo amoroso que fuimos conociendo por
generaciones.
5. Poseen
una morfología fuera de lo ordinario; en la mayor parte de los casos
manifiestan marcas visibles.
Siempre me llamó la atención su altura extraordinaria,
o la enorme dimensión de sus zapatos. ¡Tan diferente de mi padre en todo!
Delgado y de piel muy blanca, casi transparente. La primera vez que leí el
Quijote, la descripción de Don Alonso Quijano me lo recordó.
6. Por
razones diversas siempre existe algún ser (divino o mortal) que pretende
deshacerse del héroe o la heroína, por lo que lo somete a combates
extraordinarios de los que se espera que no regrese; mas siempre sucede lo
contrario.
Dos veces lo visitó el cáncer. Una lucha a vida o
muerte de la que salió vivo, aunque tocado del riñón y de los ánimos. También
le vimos pelear, en una inevitable lucha, con el terrible dragón que le robaba
la memoria a mi abuela. En esa ocasión solo venció en unas pocas batallas, lo
justo para acompañar al amor de su vida.
7. Sortear
diversas pruebas y otros tipos de competencias, de las que salir airoso.
El campo era lo suyo. No había plaga que se le
resistiera. A veces, luchaba contra aquellos elementos que estropeaban su más
preciado tesoro: la cosecha. Se podría decir que siempre salía airoso de la
lluvia torrencial, que destrozaba, a su paso, la cosecha aún por recoger, o el
viento traicionero que se apoderaba de las flores de los olivos.
8. Fundación
de ciudades, la mayor parte de las veces por predicción de algún Oráculo.
Lo que más podría asemejarse a este rasgo, podría ser la
heroicidad de levantar nuestra casa de campo junto a mi padre. Una construcción
sin papeles, a fuerza de peleas entre ambos. Nunca estaba de acuerdo en cómo
poner ni un simple ladrillo. Paredes sencillas para cobijar a la familia. Un
lugar acogedor en el que refugiarnos durante fines de semana y vacaciones.
9. Portar
determinadas armas que los caracterizan.
En el bolsillo superior de su camisa asomaba una
armónica. Nos dejaba embobados con la música. Amansar a las fieras con toda una
serie de sonidos aspirados. Era como aspirarnos el alma.
10. Haber
tenido una gestación y un nacimiento singulares.
Le parieron en el campo. La partera no llegó a tiempo.
La abuela paterna, que le recogió en sus manos, le daría por muerto. Contaba mi
bisabuela que, mientras le amortajaban, el niño comenzó a gemir como un
cachorro asustado.
11. Haber
sorprendido ya en su niñez con hazañas inimaginables.
Contaba que era capaz de subir a los árboles con la
agilidad de un gato. Relataba, temblando, sobre su capacidad para desaparecer, en
esos instantes terribles en los que la voz carcelera pasaba lista para el
pelotón de fusilamiento. Tiempos malditos en Isla Saltés.
12. Poseer
un fin generalmente violento dado que mueren despedazados, quemados, en
combates singulares, fulminados por un rayo, metamorfoseados, lo cual, en la
mayor parte de los casos se da seguido de una apoteosis o transfiguración.
Un virus mortal llegó para instalarse en sus pulmones.
En todo el mundo no se ha visto nada igual durante siglos. Siete días de lucha
sin cuartel, una UCI de un hospital, un ejército de ángeles velando el sueño de
cientos de mayores.
13. Tener un
destino desventurado con sus hijos.
Mi madre, abrazada al cofre de las cenizas, parece una
niña con su más preciado tesoro. No pudimos despedirnos del abuelo. Marchó
solo, sin hacer ruido, del mismo modo que llegó a este mundo.
Después de toda esta reflexión, me he detenido a
pensar en quien sostuvo la mano de mi abuelo en el último suspiro. Quizás ella tenga
una historia que contar en esos trece apartados, seguro para su familia es una
heroína. Para mi abuelo lo ha sido.
#NuestrosHéroes
Carmen Martagón
Lo siento mucho, Carmen. Estos días extraños se están llevando a los mejores, pero ellos nos enseñaron a vivir, a luchar, a mirar de frente sin bajar la cabeza. Qué injusto y qué difícil asimilarlo. Mucho ánimo para afrontar este duelo tan despiadado. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarQuerida Patricia. El relato, no es de mi abuelo, aunque tiene datos personales. Está dedicado a esos héroes que se están marchando. En especial al abuelo de una buena amiga que marchó hace unos días. Gracias de todas formas. Son días especialmente duros para mucha gente. Cuídate mucho. Un abrazo fuerte.
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