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Tu Rosario


Cuentas sin saldar
pedidas a la vida,
retahíla aprendida,
cosida en la niñez
a tus recuerdos.

Oscuras cuentas
engarzadas de fe,
que caen una a una
sobre la falda gris
del desconsuelo.

Cuentas el dolor
mientras la letanía
se enlaza entre tus manos,
exponiendo uno a uno
todos los misterios.

Cuentas los silencios,
la distancia, los miedos,
los pasos desandados,
el tiempo...

Surcan las arrugas
tu frente de nácar,
la memoria frágil,
de vagos recuerdos,
se transforma en cuentas
de oscuro azabache
que enredan tus dedos.

Carmen Martagón ©

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CANELA EN RAMA

"Canelita en rama eres mi niña bonita..".  Aquella tarde le vino a la memoria esa frase tan escuchada cuando pequeña. Estaba preparando un arroz con leche para sus nietos y había puesto los ingredientes sobre la mesa. El limón para echar la corteza en la leche, la canela en rama y el azúcar... De pequeña no sabia que significaba aquella frase que su abuela le decía, cada vez que preparaba arroz con leche o torrijas y usaba la canela como ingrediente. Ella siempre quería ser quien alcanzara, en la alacena de la cocina de su abuela, el bote de cerámica donde se guardaba la canela en rama. Para hacerlo se subía en la silla verde lacada, con finas patas de aluminio que parecía iban a romperse al sentarse, y se empinaba para llegar a él, siempre bajo la atenta mirada de la abuela. Cuando conseguía abrir el bote le pasaba las ramas de canela y su abuela repetía la frase acariciando su mejilla. - ¿ Qué significa eres canelita en rama mamá?.- Preguntó un día a ...

Pertenencia

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EXTRAÑARTE

Nos adelantó la #muerte por la izquierda,  no la vimos llegar aún presintiéndola,  nos dejó sin palabras, sin el abrazo suave al despedirnos,  sin ese tiempo justo y necesario donde dejarte ir,  para extrañarte.  No se quien inventó la “ley de vida” ni que ley viene a negarme tu presencia,  un tiempo más, algunos pocos años,  hubieran sido pocos en mis días. Sigo llorando al paso de los años  sigo extrañando ser, estar y haber estado,  no me acostumbro a este silencio de tu muerte,  ni a este llamarte a gritos de mi vida.  Carmen Martagón