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¿Luz al final del túnel?


No es fácil atravesar ese túnel oscuro,
aunque te aseguren que hay luz al otro lado,
te recuerda de niña,
cuando dejabas encendida la luz del pasillo
porque todo era negro y hacía frío,
se te hielan las manos y los pies descalzos. 


Caminas de puntillas por esta vida inútil,
para no despertar el ogro que se esconde
bajo la piel del amor de tu vida.
¡El amor de tu vida!
que te escupe a la cara, una y otra vez, tu inocencia,
tu estupidez, tu fealdad interior
y cada uno de los fallos que cometes desde que abres los ojos.

Has pensado escapar,
correr descalza lejos, muy lejos
dónde ni tu misma te encuentres,
donde se pierda el rastro de esa mujer
en la que te has convertido por minutos. 
Pero vuelves a despertar a su lado
aparece la culpa y se mezcla con el miedo
te hace sentir asco,
de tí misma, del mundo, del túnel.

Y lloras, lloras, lloras
y es mentira que se agoten las lágrimas,
en tí siguen derramándose, como tu vida.

Y miras los anuncios,
escapa, llama, denuncia,
no lo permitas,
estamos contigo.
Miras alrededor y estás sola,
hay una voz en el auricular que pregunta si estás bien.

No, no está bien.

Carmen Martagón ©

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