Tengo los años escritos en el cuerpo,
aquellos que suman los días
o esos que aparecen en los sueños,
los dolores de la vida,
los engaños, las tristezas,
que inmersos bajo la piel
allí se quedan.
Tengo los años enredados en los dedos
que van tecleando despacio mi futuro,
señalan, acarician
y recogen las lágrimas propias y ajenas.
Tengo los años cincelados
en las arrugas de mis manos,
en los nudillos cansados de agarrar la vida,
en los pliegues de mi pecho
bajo el que duerme el corazón
que late a cada paso de los míos.
Una carga de años llenos de sentimientos,
vivencias, sensaciones,
contados al ritmo de unos versos,
transformados en cuentos y relatos,
volcados sobre páginas en blanco,
vividos y ciertos.
Carmen Martagón ©
que van tecleando despacio mi futuro,
señalan, acarician
y recogen las lágrimas propias y ajenas.
Tengo los años cincelados
en las arrugas de mis manos,
en los nudillos cansados de agarrar la vida,
en los pliegues de mi pecho
bajo el que duerme el corazón
que late a cada paso de los míos.
Una carga de años llenos de sentimientos,
vivencias, sensaciones,
contados al ritmo de unos versos,
transformados en cuentos y relatos,
volcados sobre páginas en blanco,
vividos y ciertos.
Carmen Martagón ©
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