En las manos de mi madre encuentro la fuerza,
el calor necesario, la fortaleza,
la caricia segura sin condiciones,
sujeción y ternura, sólo atenciones.
En los ojos de mi madre veo esa alerta
siempre al pie del cañón, más que despierta,
la mentiras no pueden abrir caminos
donde velan los ojos de amor a un hijo.
En tí, madre, yo encuentro todo el consuelo,
cuando me falla el alma, cuando no puedo,
volver a ese tu vientre qué más quisiera,
escuchar tus susurros, siempre a tu vera.
Madre tú, mi vida entera,
este rincón de sueños
donde azuzar mis penas,
donde llorar sumida en el más tierno abrazo,
el consuelo del mundo es tu regazo.
Carmen Martagón ©
siempre al pie del cañón, más que despierta,
la mentiras no pueden abrir caminos
donde velan los ojos de amor a un hijo.
En tí, madre, yo encuentro todo el consuelo,
cuando me falla el alma, cuando no puedo,
volver a ese tu vientre qué más quisiera,
escuchar tus susurros, siempre a tu vera.
Madre tú, mi vida entera,
este rincón de sueños
donde azuzar mis penas,
donde llorar sumida en el más tierno abrazo,
el consuelo del mundo es tu regazo.
Carmen Martagón ©
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