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UN CUENTO PARA LA NOCHE DE REYES...



Mi abuela decía que los Reyes Magos no venían por que sí. Venían para traer la magia y la ilusión que a todos nos faltaba durante el año...

Esta es una historia más para recordar aquellos días de hace mucho, mucho tiempo...

... Baltasar había perdido el rastro de la estrella. Durante varios kilómetros su caravana avanzaba en línea recta, sin el más mínimo rastro del haz de luz que les orientaba. Los escribas y sabios del reino le habían hablado de una pequeña aldea llamado Belén, pero la llegada de la estrella ratificaba la historia que se había contado desde tiempos remotos...

A lo lejos divisaron unas casas en medio de la nada... Y allí se dirigieron. Cuando los humildes pastores vieron llegar a la comitiva Real se asustaron. Jamás habían visto nada parecido. Los Pajes Reales preguntaron por un niño recién nacido, por otras comitivas Reales, cartas, estrellas y un montón de cosas que los Pastores no alcanzaron a entender.

Mientras Baltasar descansaba en una tienda que le habían montado para pasar la noche, asomó a la puerta un niño. No parecía asustado y cuando el Rey le miró el pequeño dibujó en su cara una gran sonrisa.

- Acércate le dijo Baltasar.
- Buenas noches señor. Perdón, mi padre me ha prohibido acercarme...
- Acércate no temas nada. Bueno, si no quieres desobedecer a tu padre me parece bien.
- Quería saber si llevan tanto oro y riquezas como dicen... Pero aquí no veo nada diferente de lo que hay en nuestra casa... Y usted es Rey. Los Reyes viven en Palacios y tienen grandes riquezas.
- ¿Has visto a muchos Reyes?. Le preguntó Baltasar.
- No, nunca lo vi, pero los mayores de la aldea llevan sus rebaños cerca del castillo del Rey y cuentan esas cosas. Tampoco he visto otras tierras, ni otros Reyes y aquí estáis vos... Un Rey, dicen que de lejanas tierras. Mi padre dice que no hay que ver para creer... Que hay cosas e historias que se transmiten por la palabra... Él me enseñó a leer, dice que la palabra escrita es también muy importante.

A la mañana siguiente la caravana emprendió el camino, sin saber aún hacia donde dirigirse... Los pastores le habían aprovisionado de pan y queso y a cambio la comitiva del Rey les había dejado unas monedas que podrían cambiar por otras ovejas y algo de comida en la aldea.

El niño les esperaba junto a una palmera del camino... El Rey bajó de su cabello y tendió un pequeño cofre a su nuevo amigo.

- A veces hay que ver para creer mi querido amigo...
- Buen viaje Majestad...

En el cofre había un montón de monedas de oro y en un sobre Baltasar había escrito una carta en la que le encomendaba una tarea...

- Como eres un niño despierto, quiero que cuando seas mayor busques para todos los niños del mundo la verdad de esta noche y que la transmitas, para que así otros niños no necesiten ver para creer y les baste con la palabra, de esa forma transmitirás la Magia.

A la noche siguiente fue Melchor quien perdió la estrella, quien topó con el pequeño grupo de casas y quien habló con el niño... Y como no podía ser menos Gaspar también llegó hasta aquellos pastores para llevarles información de lo que buscaba y para completarle, a aquel niño despierto, esta hermosa historia que todos revivimos cada Año en los primeros días del mes de Enero...

La historia habla de tres Reyes Magos, una estrella, unos pastores, un Rey Malvado, un niño que nació en un Pesebre, sus padres y unos presentes muy especiales. Hace más de dos mil años esa historia pasa de generación en generación.

Dicen que no hay que ver para creer, en eso consiste la Ilusión y la Magia, y tiene que ser magia que en tantos lugares del mundo tantos niños, tantos padres y abuelos se acuesten la noche del día 5 de Enero pensando en los Reyes Magos.

Esa es la verdadera historia, mi abuela decía que las personas necesitamos creer, aunque, algunas veces, sólo tengamos que ver con el corazón...

FELIZ NOCHE DE REYES...

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