No me cabe duda que las Ferias las hacen sus habitantes... son las personas las que le dan su esencia, las que impriman al acontecimiento con su forma de ser, de actuar y de vivir...
Desde 1323 La Feria de San Lucas cambia las calles de Gibraleón, con una de las tradiciones más antiguas de España. Los primeros días los vecinos se asoman para ver cómo luce, para sentirla, para vivirla, pero a medida que la Feria alcanza su ecuador visitantes de toda la provincia llenan el pueblo.
Octubre se vuelve más otoño que nunca en sus calles, con el olor a castañas asadas, pinchitos morunos, lomitos y turrón o dulces de feria, o se viste con el color de sus puestos de peros, sus bolsas de nueces en mallas rojas, el chocolate caliente o los tradicionales churros.
La gente charla, come, bebe, pasea y se deleita con su Feria, cada año la misma, cada año nueva, cada año diferente... Mientras la calle vibra, en los Pabellones expositivos, un puñado de personas valientes, empeñadas en plantarle cara a la crisis, nos muestran su hacer en artesanía, gastronomía, cultura, arte... son empresas locales, provinciales, regionales, nacionales y de los países vecinos. Gente trabajadora y emprendedora que ponen el corazón para crear belleza, divertir, enseñar o aportar una nota especial en el paladar de cada visitante.
Si hay algo que Gibraleón se niega a perder en su Feria son sus famosos chiringuitos, estrechos y acogedores, caras conocidas y amigables para los vecinos, invitaciones, abrazos, apretones de manos, saludos efusivos de una punta a otra, sillas que van y vienen para acomodar a las familias y la comida, sencilla o muy elaborada, que se riega con esa "caña" o ese "rebujito", que refresca la garganta y prepara el cuerpo para los días que se avecinan.
Con el paso de los años hay cambios en la Feria para adaptarse a los nuevos tiempos, irrumpe el Jazz, la música joven, las casetas de agrupaciones, asociaciones y peñas que ofrecen música en la tarde-noche para acompañar el café o la copa. Mayores, jóvenes, mediana edad y niños comparten un espacio que podría parecer enorme pero que concentra la esencia de un pueblo, que conjuga tradición y modernidad, en unas cuantas calles...
Y como cualquier Feria no puede faltar ese hueco para la calle del infierno con sus atracciones para niños y no tan niños... Ruido ensordecedor que no parece molestar a quienes dan vueltas y vueltas con la ilusión de un año más, nuestros niños y sus sonrisas, nuestros adolescentes agarrados del brazo en pandillas que crecen al ritmo de vértigo de los "cacharritos"...
Un jueves cualquiera, de un Octubre cualquiera en el pabellón de Artesanía, el corte de una cinta con las banderas Andaluza y Española da paso a días de ilusión, trabajo, bullicio y alegría.. Vivirla desde dentro es toda una experiencia, visitarla es aún más gratificante... Porque por Octubre, después de la Fiesta del día 12 y alrededor del día en que se celebra la onomástica de San Lucas (18 de Octubre), Gibraleón se viste de los colores del Otoño, se baña en sus olores y si asoma la lluvia, San Lucas sigue siendo la Feria en remojo, donde no importa mojarse si con eso se comparte un paraguas o el toldo de un chiringuito...
Como escribí una vez en una de las revistas que se editaron para este acontecimiento: La Feria de San Lucas, en cada
una de sus actividades conjuga tradición, devoción, historia, cultura y
progreso. La Feria
favorece la unidad de un pueblo cargado de valores, creencias, costumbres y
formas de expresión que se transmiten de generación en generación y que se
muestra de forma generosa a los demás.
Dedicado a quienes me la enseñaron de pequeña, a quienes comparten conmigo cada año un ratito en sus calles y a quienes pusieron en mis manos el corazón de la Feria más antigua para que la ayudara a latir durante cinco años. Fue un placer y sigue siendo cada día vivirla y sentirla.
Texto y fotos: Carmen Martagón ©
Me encanta!!!!
ResponderEliminarGracias amiga. Me alegra que te guste. Besos
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