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Mostrando entradas de enero, 2015

Volveré con el alba

Yo también quiero una alas  para volar más alto, para sentir el cielo, para mirar sin miedo lo que ahora no alcanzo. Préstame tus alas para darme una vuelta por ese mundo libre, ese que siempre miro desde la tierra firme. Dame unas alas grandes... Y que pueda extenderlas sin que duelan los huesos sin que nadie me alcance, como extiendo los versos.  Dame pronto unas alas... Que no quiero perderme lo que ahora imagino lo que puede esperarme, lo que ahora no es mío. Volveré con el alba, como vuelven las luces y las tiernas miradas, como vuelve el amante con la pena en el alma.  Texto y Foto: Carmen Martagón ©

No significa que no duela

Se acostumbra la mente al dolor al retorcer de las entrañas, se acostumbra a cada fallo, a cada nueva decepción.  Se acostumbra el corazón al sobresalto, a pararse en la espera y la inquietud, se acostumbra a vivir un sin vivir, a cada nuevo palo... Se acostumbra el cuerpo a cada golpe a cada empujón, a cada pinchazo, se acostumbra a sufrir por sufrir a cada nuevo fallo. Pero no significa que no duela... que el parón no te achicharre el alma, que tu cuerpo no se quiera escapar, escapar más allá de la pena... que tu mente se niegue a esperar, que la rabia te ahogue y te mueva... No quiero más dolor, me niego a esa mala costumbre de no sentir que late el corazón, perder a cada paso la ilusión, pasión, sueños y sentimientos. Me niego a no sentir, quiero soñar con los ojos abiertos, pensar y sentir mi corazón, quiero vivir, aunque tenga que sufrir por el dolor y resistir... Carmen Martagón ©

En los cristales del alma

Llueve... En los cristales del alma y la memoria, en los sueños perdidos con el tiempo en las vidas y las pasiones rotas, en aquellos momentos que no entiendo.  Llueve ... Sobre el asfalto gris del desconsuelo, en los pilares olvidados sin remedio, sobre ese amor en el que ya no creo, y en tejado donde se asienta el miedo. Llueve... Para limpiar y lavar las heridas, para hacer revivir las flores en el cuerpo sobre las mejillas que sueñan despedidas llueve en el azul del mar de los anhelos.   Carmen Martagón ©

Te digo Amor

El amor se nutre de sonrisas y silencios, de unas manos unidas, de un te quiero... se alimenta de besos y caricias, se aviva con la brisa de unos labios, se agranda con el alma de un te espero, renace con los abrazos más tibios, se llena del cariño más sincero. El amor madura con el tiempo sólo si se nutre de cariño, sólo si se amasa por momentos sólo si se cuida y manifiesta. Ese amor madura y se hace grande cuando los dos queremos que así sea... Texto y foto: Carmen Martagón ©

Tus manos de abuela...

Cierro los ojos y te recuerdo peinando mi pelo con la dulzura de tus manos de abuela, siento tu olor a colonia fresca como cuando te abrazaba para darte los buenos días... Cierro los ojos y te veo a mi lado, afanada en pelar las patatas para el almuerzo, no se van los más simples recuerdos, se me quedaron esos la radio de color celeste, la novela que sonaba en ella tu pelo blanco y suave... tu risa contagiosa y la intensa luminosidad de tus ojos. Se me quedó tu recuerdo de abuela agarrado en los mechones del alma, se me quedó tu cariño de mamabuela, lo demás quedó en el olvido porque la enfermedad te llevó muchos años atrás, mucho antes de que te marcharas. Te quiero Carmen Caleza, mi vieja, mi abuela... No hay día que no te recuerde. Texto y foto: Carmen Martagón

UN CUENTO PARA LA NOCHE DE REYES...

Mi abuela decía que los Reyes Magos no venían por que sí. Venían para traer la magia y la ilusión que a todos nos faltaba durante el año... Esta es una historia más para recordar aquellos días de hace mucho, mucho tiempo... ... Baltasar había perdido el rastro de la estrella. Durante varios kilómetros su caravana avanzaba en línea recta, sin el más mínimo rastro del haz de luz que les orientaba. Los escribas y sabios del reino le habían hablado de una pequeña aldea llamado Belén, pero la llegada de la estrella ratificaba la historia que se había contado desde tiempos remotos... A lo lejos divisaron unas casas en medio de la nada... Y allí se dirigieron. Cuando los humildes pastores vieron llegar a la comitiva Real se asustaron. Jamás habían visto nada parecido. Los Pajes Reales preguntaron por un niño recién nacido, por otras comitivas Reales, cartas, estrellas y un montón de cosas que los Pastores no alcanzaron a entender. Mientras Baltasar descansaba en una

Risas en la mirada...

Que se vayan las lágrimas, las noches en vela, los días sin sol, la pena intensa que aprieta el corazón, que desespera... Que se vayan las lágrimas los momentos de duda, las nubes, la tristeza que nubla la razón, que te aprisiona... Que se vayan las lágrimas... que vuelvan las risas, los besos, las carcajadas en días de sol, que te dan vida... Y que vuelvan un día para limpiar los ojos, para llenar la vida de emoción, y que después se marchen, que dejen su sitio a la sonrisa, que dejen su sitio a la pasión. Devuelvanme la risa que no quiero dañar mi corazón, que se vayan las lágrimas, que me niego a vivir sin ilusión. Texto y foto: Carmen Martagón ©

En la ventana...

Puso el corazón en la ventana esperando que llegara una respuesta, y se olvidó del frío... del que le helaba el alma, del que se le había alojado en el cuerpo. Se olvidó de todo... Prefería ser un ser sin memoria, sin pasado, sin futuro, no volver a saber nada del "a ver..." quería vivir en presente, sólo en presente... Puso el corazón en la ventana y espero a que durmiera la vida espero a que durmieran los sueños, esperó y esperó sin medida, sin saber el tiempo transcurrido, sin pensar si dormida o despierta... sin pensar si allí está o ya se ha ido. Puso el corazón en la ventana por si alguien la reconocía... (...) ... - He puesto el corazón en la ventana lo hice esperando una respuesta y me olvidé de frío, del que me estaba helando los huesos, de ese que estuvo helando mi memoria... He puesto el corazón en la ventana y la vida me ha devuelto los sueños me ha devuelto el transcurrir de los minutos, el presente que está aquí y ahora,

Bájame la luna

Bájame la luna que quiero besarla, dar las buenas noches a su linda cara decirle al oído, a mi lunita blanca, que la espero siempre, que la añoro al alba. Bájame a la luna, la lunita clara, que pueda empinarme para así abrazarla, que pueda decirle que voy a esperarla que me de un abrazo con su luz más blanca. Bájame a la luna que quiero mirarla, quiero ver su dulce reflejo en el agua, que baje a mirarse cada madrugada, quiero me llegue su blanca mirada. Ven a verme luna, mi lunita blanca... traeme tu blancura, tu dulce mirada, dame la hermosura de noche estrellada. Texto: Carmen Martagón ©