Se hizo irrespirable el aire alrededor,
se hicieron pedazos los mensajes,
los pétalos rojos del pórtico, tras el altar.
Cada palabra, soga cruel,
inmovilizó de pies y manos el futuro,
anclando al pasado mis anhelos.
La simiente oscura de tu alma
me convirtió en despojo.
Transformarme en cristales de hielo, como salida,
helar cada mirada rabiosa,
helar la bofetada,
helar mi sentir,
derretirme en un mar salobre.
A nada temo...
respiro a duras penas mi nueva soledad.
Siento el calor que me derrite,
y agradezco los rayos de libertad
asomando al horizonte.
No temo al fuego,
habité en el infierno...
Carmen Martagón
Es preferible vivir solo que mal acompañado. Si te maltrata, que no te engañen las palabras, no te ama.
ResponderEliminarUn abrazo.