Soy en tus manos la lenta claridad que reaparece
en los amaneceres del mañana,
soy el sonido de los vientos, que asoman para llevarse el desamor,
soy verso, poema desgastado por el mero placer de la lectura,
soy las mismas hojas que el otoño aleja de las copas ya deshechas.
Soy en tus manos la memoria dulce de nuestros ancentros,
el amor de madre que no has olvidado,
la delgada línea que guarda la sangre en todas las fronteras,
la noche estrellada donde los amantes se ven a escondidas,
la luna que alumbra, casi sin quererlo, todas las nostalgias.
Soy en tus manos la savia nueva nacida del vientre de la aurora,
el lento fluir de la sangre en los corazones desvalidos,
el llanto fugaz del recién nacido, que, a ratos, se adormece en el regazo materno.
Soy esa parte importante que queda tras la pasión más desmedida.
Soy en tus manos compañía, calor, serenidad,
el blanco luminoso de la nieve que llega por sorpresa,
el ocre del otoño en su apogeo,
la explosión de colores de cualquier primavera,
o el rojo luminoso, que vive en una llama,
como en las amapolas.
Carmen Martagón ©
Ser, para desaparecer por amor y germinar desde esa condición nueva. Bellísimo.
ResponderEliminarMuchas gracias. Qué bonito lo que me dices. Gracias por asomar siempre. Besos.
Eliminar¡Que hermoso es ser, sentirse vivos en las manos del otro! Eres una hermosa criatura, Martagona.
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