Se escondió bajo las ilusiones perdidas, en las miradas que nunca se
encontraron, entre las promesas rotas y los amores olvidados. Agazapado,
la vio llorar y se sintió más fuerte, estaba seguro de haber ganado la
batalla pero siguió escondido, a la espera de una oportunidad para salir
y tomar posesión de toda su vida. Se enmascaró
entre las pesadillas, las lágrimas derramadas, en los suspiros y las
palabras que nunca salieron de su boca. La acompañó, día tras día,
difuminado entre dibujos inacabados y flores secas; incluso bajo las
páginas amarillentas de un libro releído mil veces.
Él era así, un ladrón de sueños, de minutos de vida, conocido como "el
desencanto". Se instaló cerca de sus sentimientos, vino a robarle los
sueños y aguardó pacientemente el momento oportuno...
Y en un
instante, la vió secar sus lágrimas, tirar a la basura las flores
marchitas y tomar, del cajón de su escritorio, papel y lápiz.
Desde el rincón donde se hace cada día más pequeño, la ve escribir
canciones y soñar melodías, la ve sonreir mientras tararea una música
conocida y revive cuentos.
Hoy la ha visto pintar los colores
del arcoiris y llenar de ilusión las mañanas de un montón de amigas y
juntas han hecho magia, salvando la tierra de un mago malvado. También
la vió rellenando con pespuntes trocitos de vidas y pintanto sueños con
el cabello rojo de un hada del bosque.
Y así quiere seguir,
porque está empeñada en llenar de letras cada instante, hasta borrar
para siempre ese desencanto, que nunca debió cruzarse con ella.
Foto: Rocío Escudero ©
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