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Sentirse mar...


Me siento mar...

...tal vez, porque toda mi vida he podido sentir el calor de la arena bajo mis pies, el sabor salobre del agua o el olor de la brisa marina. Tal vez, porque nací cerca, muy cerca del mar, hay una conexión especial entre los dos. Sí, soy un poco mar.
          Cuando me permito descansar en la orilla las musas llegan y me rodean, las olas me susurran un nuevo cuento y esa inmensidad azul me transforma. Cada instante puede ser inspirador: un paseo por la línea infinita de la costa, sentarme en la arena a mirar como llegan las olas, besan la orilla y se marchan. Me inspiran, esos momentos en los que puedo recoger las conchas que un día cobijaron vidas marinas, inventar historias sobre esas vidas, mirar como se esconden los cangrejos, disfrutar de la puesta de sol o jugar con las olas. Dulces momentos llenos de paz. Sí, definitivamente, soy un poco mar...


 Y me siento un mar inmenso cuando estoy en la orilla,
nunca fui marinero ni viajé con las olas,
ni surcó mi velero grandes mares en calma,
solo soy agua, soy arena, conchas y caracolas
soy la espuma, soy sal, y soy la brisa en el alma...

Surcaré con mi mente los mares del recuerdo
bellas olas doradas me acunarán el sueño,
los reflejos del agua llevarán mi dolor,
me dormiré soñando que soy del mar el dueño,
y traerán los vientos de mi sueño el olor...

Sí, soy mar porque nací entre la espuma más blanca,
bebí del mar salobre las lágrimas del tiempo
soy mar porque he sentido su abrazo sin cesar
  dorada y fina arena, soy brisa y sentimiento
soy más fiero que el viento, soy tempestad, soy mar...

Texto y Fotos: Carmen Martagón © 

Carmen Martagón ©



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