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Mostrando entradas de octubre, 2016

Dragones de silencios

Cuando asoma la luz por tus pupilas el día nos va contando que te fuiste, mucho antes de esta tarde fría y triste donde ya no recuerdas que recuerdas, en la que ya no estás, que te perdiste. Tienes el mismo brillo en la mirada, esa tan azul que ofrece cobijo, esa que ya no puede imaginarme libre como amapola en verdes trigos. Tu voz de abuela que siempre fue tan tierna no suena en cada abrazo cómo antaño abrazos que tú, apenas sí recuerdas pero siguen en mí pese a los años. Y continúan pasando los minutos pero no está tu voz, está tu llama y esas manos de abuela siguen vivas para decirme que estás, que no te marchas. Se despertó el dragón en tu cabeza, se adueñó de tu ser de madrugada y te fuimos perdiendo paso a paso, entre un bosque sin luz, entre alboradas. Y el maldito dragón prendió de llamas el bosque enamorado de recuerdos, se esfumaron de un golpe los sonidos, los nombres, las palabras, los silencios. Carmen Martagón ©

Soñar en Otoño

Volveré a nacer cada nuevo otoño con la niebla que cubre mi ventana, con las hojas que pueblan las aceras, con las gotas de lluvia que me cala. Volveré a nacer a una nueva brisa que me susurra otras tempestades, con ese abrazo del sol de Noviembre con estos campos verdes y marrones. Volveré a nacer hasta un nuevo invierno pasearé por la playa más desierta dejando que las olas me saluden, mientras sigo soñando, ya despierta... Carmen Martagón ©

Inspiración

Vivo en tus versos en la corriente de agua que lleva el río, en la fina llovizna que cala el alma, en la niebla que oculta todo el paisaje en el viento de invierno, callado y frío.  Vivo en tus versos en las olas que rompen contra las rocas en el vuelo rasante de las gaviotas, la mecida del mar contra las barquillas y el calor de la arena cuando la tocas. Vivo en tus versos soy esa inspiración, tal vez la memoria, esas musas que vienen para quedarse, la pena o el olvido, el amor perdido, soy tal vez el recuerdo de aquella historia, soy ese corazón que te ha revivido. Soy quien mueve tu mano escribiendo sueños, versos, cuentos, relatos, poemas enteros, las estrellas, el cielo, todas las lunas, quien te pone en los brazos el firmamento. Soy la locura, la verdad y la vida, soy la cordura soy quien mueve la dicha o la desventura, soy yo y soy tu misma, quizás ninguna. Carmen Martagón ©

De puntillas

Prefiero entrar de puntillas, pasar de largo, como el aire que atraviesa el portal y se pierde entre pasillos, provocando un leve movimiento en las cortinas. Dejar sólo la huella de los besos, o los pasos en la arena, que el viento o el agua borrarán, para ser olvidadas al instante. Prefiero ser tormenta de verano que sólo dejará el olor a infancia, su huella en los cristales empañados, la leve frescura en unas gotas que no calan la tierra. Tal vez, ser una ola pasajera en mitad de una noche sin luna, la estrella fugaz de las perseidas el destello del faro en la mañana o, quizás, una sombra triste de un bosque solitario en las montañas. Entrar sin hacer ruido, silenciosa y callada, como llega el amor sin previo aviso, como se esconde el sol, apenas de puntillas, sin llamar la atención, hacia el ocaso. Carmen Martagón ©

¿Seres humanos?

Mientras se resquebraja el sillón del poderoso, mientras los ricos cuentan sus monedas y todos ellos lanzan piedras a tejados ajenos, tus ojos de niño siguen pidiendo auxilio.  Mientras el político elige la chaqueta idónea, la senadora duerme en su sillón sin inmutarse y la clase política vuelve al jardín de infantes, tú te ahogas en un mar de lágrima y silencio. Mientras un cuero de colores ocupa las pantallas, aquellos que deben funcionar van sin funciones, dimiten unos y se quedan otros a repartir tarta, tú caminas a solas sin la mano de NADIE. Mientras mis ojos asisten a la desvergüenza de unos cuantos poderosos que roban a los pobres, se mueren de hambre los mal llamado semejantes, a los que no queremos parecernos. Y en este malvivir del día a día, no puedo hablar de PAZ ni de sosiego, no puedo, no me alcanzan las ganas de escribir, me duele demasiado "ser" "humana". Carmen Martagón ©

Desde cero:

Empezaré de nuevo... el cero será el punto de partida, vestiré flores, calzaré sandalias y saltaré a la comba en las esquinas. Se escucharán mis risas en las plazas, los pasos inocentes por la vida, los primeros amores que recuerdo, los besos que nos dimos escondidas. Llegarán esas horas de estudiante, madrugadas de luz, café y amigas, los nervios del examen ya revuelven, las notas, las carreras, las cosquillas. Empezaré a escuchar otras canciones, bailar acurrucada en nuevos sueños, otro trabajo, con gafas de cerca, aprendiendo a mirar hacia otros cielos. Empezaré de nuevo y cruzaré sin miedo hacia otra orilla. entraré de puntillas hacia otro tiempo, sin llevarme el sabor a despedida. Carmen Martagón ©

Se muere día a día

Me sobrecoge esta historia que pasa por mis ojos, yo creía en el ser humano, más allá de eso que llaman pecado, más allá del miedo a la maldad, del infierno, el limbo, el purgatorio, esos lugares escondidos en la rancia intención de los modélicos.  Me sobrecoge el dolor, la patada, la palabra de amor que sigue al golpe, la caricia tras la bofetada, la mirada tras la mirilla, los silencios tras la paliza, ese rotundo "lo sabía" después de la muerte. Me sobrecogen las sonrisas forzadas, el pelo en la cara para esconder el miedo, las lágrimas de súplica en la puerta, los temblores, la retahíla de rezos, sin credo. Me sobrecoge la bandera a media asta, el número de SOS en la pantalla, el minuto de silencio, más silencio, cuando ya todo es silencio. Me sobrecogen las leyes, la puerta de atrás del poderoso, ese alejamiento recomendado que sigue provocando miedo. ¿Qué hago yo aquí escribiendo de esto? ¿De que sirve que digamos "basta"

Te pellizca el alma

Pellizco, ahí junto al ombligo, que aprieta y te deja sin respiración, como esos amores llenos de pasión, ahí, en las entrañas... Pellizco, ahí cerca del pecho, y ese cosquilleo que no tiene nombre, el que no te esperas, ni cuándo, ni dónde, ahí; juega y se esconde... Pellizco, en la misma sien, de los que no sabes si es gozo o dolor, de esos que se marchan dejando el sabor, de no haber vivido. Te pellizca el cante, las risas de niño, los besos novatos, la pena, el olvido, los versos del alma y el tiempo perdido... Carmen Martagón ©

LA MEMORIA

           Poco antes de que los domingos fueran amargos, en mi familia eran días de fiesta. Mis hermanas y yo estrenábamos vestidos para ir a misa y cuando terminaba el oficio, volvíamos a casa por la calle Asunción, para comprar unas deliciosas galletas de chocolate.             Años después, aquel domingo 16 de julio de 1939, día de visitas a la prisión, mi madre nos vistió con nuestros mejores trajes, recordándonos que papá debía vernos sonreir.            De esa amarga tarde de domingo sólo recuerdo, las manos de mamá cubriéndose el rostro llorando desconsolada y el gesto de aquel hombre tan serio que la miraba torciendo la boca. Carmen Martagón ©

Alojar la alegría

Esta noche la Luna vino a verme preguntó por las penas de mi alma, preguntó por el llanto que no calma, por la eterna tristeza que no duerme.  Las encerré bajo llave en un arcón, para ya no sentirlas en mi vida, dejar así que sane cada herida y lograr que se me alegre el corazón. Le conté... que ya no sufro más por lo vivido porque alojé en mi alma la alegría, para sentir la vida día a día y al fin poder vivir lo ya soñado. Carmen Martagón ©

El rumor de tu oleaje...

Te acercas a mi orilla despacito, con ese vaivén apaciguado de las olas, el viento se dió cita en este encuentro, llegó para escucharnos palpitar, tú mi cálido mar, mi anhelo cada invierno, yo musa al caminar, hasta tu centro.  Mis pies que te añoraron este tiempo y cada palmo de mi piel que te esperaba se nutren hoy sin miedo de tu abrazo, del verde de tu fondo, de tu brillo de plata, de la fresca sensación que encoge el alma y que me seguirá cuando me vaya. Cuando me vaya... y ya no pueda verme en tu reflejo y el calor de este sol no me acompañe, me quedaré dormida y en silencio, escuchando el rumor de tu oleaje... Carmen Martagón ©

La piel palmo a palmo

Conocemos de memoria cada palmo de piel, los lunares, esas pequeñas cicatrices o las huellas que la vida, marcadora implacable, nos puso sin pensar sobre la carne.  He memorizado cada recinto que esconde lo vivido, tus penas y alegrías, todos y cada uno de tus miedos y hasta el lento palpitar de los silencios. He recorrido, deteniéndome sin pensar, todos tus mundos, amor, aquellos a los que ya no vuelves, esos que siguen abiertos y alguno más en los que te sumerges cuando nadie te mira. Porque vivimos para descubrirnos en este sinsabor de nuestros días, en la piel que nos cuenta las batallas, en cada poro que resuma amor, en un centímetro de tu ser y en cada trozo del mío. Carmen Martagón ©

Guardado

En mis noches a solas buscando tus caricias despiertan tus palabras emociones dormidas. Qué bonito ese sueño, despertar en tus brazos y dormirme esperando que me llenes de besos, que me acune tu abrazo. Cuando llegue el momento, tanto tiempo esperado, endulzarás con besos el tiempo más amargo. Besos interminables de un momento añorado, tus labios en mi cuello con el más tierno abrazo, buscando en los rincones todo el amor guardado. Carmen Martagón ©

Colores

Quiero acunarte los sueños, limpiarte los mocos al atardecer tras esas carreras alrededor del parque, secar tus lágrimas y abrigarte del frio que ha congelado las entrañas y los días venideros. Quiero ver estallar tu sonrisa al compás de las subidas y bajadas del columpio, o del vértigo que te produce bajar de la "resbalaera" más alta, nunca ante el sonido de las bombas que retumban sobre cascotes y cielos. Quiero contarte un cuento antes de dormir, enseñarte las primeras palabras, seguir tus dudosos pasos por la acera, dejarte ser lo que quiera que seas, que nunca estén vacías tus manos o hueca tu mirada y que nadie te haga derramar más lágrimas. Quiero que seas feliz, que la PAZ se instale alrededor de tu vida, con altos y bajos pero segura, con las penas cotidianas, normalidad en los días, sin batallas... Te enseñaré a decir un te quiero sin motivos, amar al prójimo, respetar en silencio a los mayores, soñar un mundo en PAZ sin el cruel

Gafas de humildad

Necesitas urgente una receta que te ponga en la cara las gafas de humildad, porque mirar tan alto te hace daño a los ojos, te aleja de los buenos, te acerca al más allá.  Necesitas lentes de mirar sencillo, que te acerque a la tierra y te aleje del sol, mira que, de tan alto, las caídas son malas, te dejan sin aliento y producen dolor. Precisas aprender a observar a través de los ojos de mirar pequeñito, ponerle a tu inspección ese cristal común que te aleja de tí y te acerca, sin más, a ese hermoso lugar donde andar despacito. Carmen Martagón ©

Sólo piel

Empaparme de tí, que me cale tu amor al infinito, la frescura de tu cuerpo sobre mi cuerpo, sentirme viva un día más, contigo.  Ven a mojar mi piel, inúndame la ropa con tu aroma, y pégate a mi cuerpo que te añora en cada instante. Ven y apaga mi sed, cubre con tus labios mi boca, poniendo final a esta sedienta espera y que se anegue mi ser del sabor de tus besos. Empaparme de tí... beber sin prisas, amar con ganas, dejarme apagar el fuego que no cesa y que me envuelvan las gotas de tu calma. Empaparme, mojarme, sentirme, y ser sólo piel cada minuto, contigo. Carmen Martagón ©

Nada es lo mismo

Nada es lo mismo... Ni el tiempo, ni las ojeras bajo mis ojos, no son iguales mis sonrisas, están marcadas por cada lágrima derramada, por cada temblor en las entrañas a causa del miedo, por los minutos de llorar a solas, por la rabia y la impotencia de no ser. Nada es lo mismo... Yo he cambiado, a veces fuerte, a veces débil, a veces sí, a veces no. Nada es lo mismo he puesto velas para alumbrar mi alma y no perderla, para llevar luz a un corazón dolido, para darle luz a mi nuevo camino. Nada es lo mismo, porque no quiero que así sea. Sólo por eso. Carmen Martagón ©

Dibujos

Dibújame un beso, ponle color rojo, marca su contorno, de color marrón su sabor dulzón. Dibújame una mirada, ponle los colores de mil primaveras, el azul más bello reflejo del cielo. Dibújame un abrazo, ponle el rojo fuego de ese calor sano que sienten los cuerpos acurrucados. Dibújame el cariño, de verde esperanza para no perderla, un azul de niño, celeste inocencia. Dibújame al amor... ponle un arcoiris y cada cual elija el color que quiere poner en su vida. Dibújame un sueño, pinta mariposas, abrazos de oso, labios que se besan, la risa de un niño, la fruta prohibida, píntame contigo y pintemos la risa. Carmen Martagón ©