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Mostrando entradas de abril, 2022

Mirada de mujer

No me asomo a las sombras,  no porque sienta temor a lo oscuro,  más bien, por llevar la contraria  al desaliento,  que, a veces, viene aflorando  por mis hombros y pretende asustarme.  No quiero ser profeta,  tienen el mal vivir errante del camino, se les pega el polvo a las espaldas y predican sin saber en qué lugar descansa, placentera, su palabra. No sé llorar cómo la escarcha, cuando el sol aparece entre las nubes,  así, despacito, gota a gota,  derritiendo el dolor sin lamentarse.  He aprendido a llorar a borbotones,  emulando al torrente del riachuelo  cuando baja furioso en el deshielo.  No soy capaz de ser como una rosa que duele como espinas en el pecho,  soy más bien amapola solitaria, girasol amarillo y coqueto, soy cualquier flor alegre del camino  que inspirará unos versos.  Yo, no sé mirar con ojos de poeta, no soy más que una persona cualquiera, desconozco cómo miran esos seres, me gusta sentir, ese atisbo distinto que ofrecen sin pensar las almas libres,  esa del gato

A gritos

Te llamo a gritos, elevando la voz,  por encima de los tambores que llaman a pasión, a redención, a misericordia, o a santidad.  Te llamo a gritos para que regreses, olvidé rezar, en las vueltas crueles de la vida, en los tiempos que pensamos no alcanzan, mientras afloran candados en el pecho. Agotadas las lágrimas, con la mirada turbia, cuando duele el silencio más vivo que el viento, te llamo a gritos,  con la boca cerrada, los dientes apretados y el corazón roto.  Elevo la voz, entre misterio, recogimiento y resurrección, en estos días de júbilo y fe que no me alcanzan.  Vaga mi pensamiento para creer y no creer, sentir y no sentir, entre la rabia y la pena de extrañar tu tierna mirada ausente en cualquier parte.  Te llamo a gritos, entre las paredes vacías de mis miedos; no es hora del sueño eterno, ni el de los justos.  ¡Despierta! Hay que seguir,  prometo contarte, escucharte, sentirte y dejarte marchar cuando el alma cansada lo demande.  Quédate un poco más para el abrazo, no pi

APLAUSOS

No me aplaudas,  no quiero canciones, ni sonetos paridos en noches de guardia, ni versos de rima asonante, ni dulces melodías de enamorados en tardes amargas  No me aplaudas, déjame con mi silencio, con el reflejo del sol en la ventana, con esta soledad que nadie quiere y que a mí me hace falta. No quiero palmas, ni placas conmemorativas, ni bandera a media asta, ni premios antiguos y sectarios, ni abrazos cargados del más rancio protocolo y la más rancia palabra. No me aplaudas, ofréceme el respeto sin medida, la calidad humana deseada, el tiempo de descanso, la melodía del beso de los míos, la risa contagiosa del amigo, las noches de amor que te hacen ganas. No me aplaudas, manten en el recuerdo los minutos vividos buscando una esperanza, el bajar de esta curva, el salir de la cueva, el tiempo en la batalla. No me aplaudas... Y, si acaso, simplemente dame las  "Gracias". Carmen Martagón ©