la de la fila infinita en esta
vida,
vida,
a la que nunca llegan las bondades,
la que siempre resuelve la partida,
la que se queda en tablas o en el aire.
La última,
la que no espera confesarse tras la misa,
la que olvida la hora en este baile,
la que al perder se le olvidó la risa,
la que olvida desaire tras desaire.
La última,
ni primero, segundo o tercer puesto,
aunque solo sean tres en la contienda,
la que nunca encuentra un buen asiento,
la que siempre espera que la entiendan.
Carmen Martagón ©
Siempre hay alguien que va detrás de la última, alguien cuya suerte es todavía más aciaga, pero la sensación de formar parte de ese vagón de cola es como una nube que no deja ver el sol de la esperanza. Gracias, Martagona, por tan bello decir en favor de los que no cuentan.
ResponderEliminarBesos.
Gracias a ti, siempre, por asomar. Un abrazo fuerte.
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