Equilibra mi mundo,
deja que me agarre a tu cuerpo,
aunque ya no seas tú,
cuando la sombra callada de lo que fuiste
se pierda en el agua
y asome entre las olas
dejándote ver,
en este ocaso de cielos rosáceos.
Has vivido, con la intensidad de la recia madera,
llevando sombra, clamando al viento,
acariciando nubes con fornidas ramas,
acogiendo en tus brazos
las almas que descansan
tras el vuelo más largo.
Se forjaron, bajo tu inmensa copa,
los amores más tiernos,
las sinceras promesas de sueños incompletos
y, quedaron, bajo el natural cobijo de tu cuerpo,
corazones y letras enlazadas,
donde habita el pasado más reciente.
Tú, naturaleza muerta,
reflejo de mil vidas que se acaban,
me dejarás descansar entre las grietas
que el tiempo esculpió volviendo astillas.
Yo, me adentraré despacio en este mar
que sabe a soledades
y al salobre sentir de madrugadas.
Carmen Martagón ©
deja que me agarre a tu cuerpo,
aunque ya no seas tú,
cuando la sombra callada de lo que fuiste
se pierda en el agua
y asome entre las olas
dejándote ver,
en este ocaso de cielos rosáceos.
Has vivido, con la intensidad de la recia madera,
llevando sombra, clamando al viento,
acariciando nubes con fornidas ramas,
acogiendo en tus brazos
las almas que descansan
tras el vuelo más largo.
Se forjaron, bajo tu inmensa copa,
los amores más tiernos,
las sinceras promesas de sueños incompletos
y, quedaron, bajo el natural cobijo de tu cuerpo,
corazones y letras enlazadas,
donde habita el pasado más reciente.
Tú, naturaleza muerta,
reflejo de mil vidas que se acaban,
me dejarás descansar entre las grietas
que el tiempo esculpió volviendo astillas.
Yo, me adentraré despacio en este mar
que sabe a soledades
y al salobre sentir de madrugadas.
Carmen Martagón ©
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