Cuentas sin saldar
pedidas a la vida,
retahíla aprendida,
cosida en la niñez
a tus recuerdos.
Oscuras cuentas
engarzadas de fe,
que caen una a una
sobre la falda gris
del desconsuelo.
Cuentas el dolor
mientras la letanía
se enlaza entre tus manos,
exponiendo uno a uno
todos los misterios.
Cuentas los silencios,
la distancia, los miedos,
los pasos desandados,
el tiempo...
Surcan las arrugas
tu frente de nácar,
la memoria frágil,
de vagos recuerdos,
se transforma en cuentas
de oscuro azabache
que enredan tus dedos.
Carmen Martagón ©
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