Envidio la mirada que te ofrece la tarde
desde la terraza de las azucenas,
envidio el tibio sol que enlazará sus rayos
con el fino talle de tu "cuerpo de estrellas".
Adoro el brillo de la luna en tu alminar
y esa mirada curiosa de un lucero
que se va recreando juguetón en la fuente,
remojado sus puntas, decidido a saltar.
Me emocionan esos suspiros de otoño,
pedacitos de brisa que emanan de otros tiempos
y se arbolan para rodear tus esquinas,
avanzando sin miedo hasta alcanzar el cielo.
Envidio esas gotas de lluvia que te calan,
que lavarán tu estampa cada primavera,
mientras el cielo se cubre de nubes oscuras,
llamando al invierno que ya casi llega.
Quisiera contemplarte a lo lejos, hermosa,
mientras la noche se inunda de azahar y estrellas,
soñar con un tiempo de amor, de espuma y cera,
mientras velas tan dulce soñar,
mi Torre Eterna.
Carmen Martagón ©
desde la terraza de las azucenas,
envidio el tibio sol que enlazará sus rayos
con el fino talle de tu "cuerpo de estrellas".
Adoro el brillo de la luna en tu alminar
y esa mirada curiosa de un lucero
que se va recreando juguetón en la fuente,
remojado sus puntas, decidido a saltar.
Me emocionan esos suspiros de otoño,
pedacitos de brisa que emanan de otros tiempos
y se arbolan para rodear tus esquinas,
avanzando sin miedo hasta alcanzar el cielo.
Envidio esas gotas de lluvia que te calan,
que lavarán tu estampa cada primavera,
mientras el cielo se cubre de nubes oscuras,
llamando al invierno que ya casi llega.
Quisiera contemplarte a lo lejos, hermosa,
mientras la noche se inunda de azahar y estrellas,
soñar con un tiempo de amor, de espuma y cera,
mientras velas tan dulce soñar,
mi Torre Eterna.
Carmen Martagón ©
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