Me reinvento...
y vuelvo a ser adolescente,
con la inocencia enredada en la cintura
y la vergüenza cosida al dobladillo de mi falda.
Doy vueltas y vueltas en la calle,
me cuelgo en bandolera el bolso nuevo,
pongo en mis labios ese brillo que me gusta
y salgo a pasear por la ciudad.
Me miro al espejo con mis ojos de quince años,
esos que me enseñaron a contener las lágrimas,
los años con los que aprendí a besar en los labios
y supe cómo era estar enamorada.
Me reinvento,
para aprender a ser mujer sin miedos,
en este cuerpo que pasa los cuarenta
y necesita creer que sí se puede:
bailar bajo la lluvia en las aceras,
mirar con el amor en las pestañas
o temblar con la pasión de una mirada.
Carmen Martagón ©
Foto: Rocío Escudero ©
me cuelgo en bandolera el bolso nuevo,
pongo en mis labios ese brillo que me gusta
y salgo a pasear por la ciudad.
Me miro al espejo con mis ojos de quince años,
esos que me enseñaron a contener las lágrimas,
los años con los que aprendí a besar en los labios
y supe cómo era estar enamorada.
Me reinvento,
para aprender a ser mujer sin miedos,
en este cuerpo que pasa los cuarenta
y necesita creer que sí se puede:
bailar bajo la lluvia en las aceras,
mirar con el amor en las pestañas
o temblar con la pasión de una mirada.
Carmen Martagón ©
Foto: Rocío Escudero ©
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