Me agita por dentro,
zarandeando mis tripas
sin remedio,
va revolviendo mi mundo,
paraliza mis sueños
y se marcha despacio y de puntillas.
Yo me refugio en un amanecer,
en el vaivén de las olas al ritmo de la marea,
en ese cuento que aún no escribí
y que se va dictando en mi cabeza.
Y así viene la calma a sentarse a mi lado,
acompañando la rutina, vistiendo mis anhelos,
para tomarme de la mano
y pasear hacia cualquier destino,
alejado de tanta hipocresía.
Y escribo
y siento
y lloro,
mientras, voy contando hasta cien,
es algo ínfimo contar del uno al diez
cuando las tripas se revuelven,
igual que si habitara en mí
una fuerte marejada.
Carmen Martagón ©
en el vaivén de las olas al ritmo de la marea,
en ese cuento que aún no escribí
y que se va dictando en mi cabeza.
Y así viene la calma a sentarse a mi lado,
acompañando la rutina, vistiendo mis anhelos,
para tomarme de la mano
y pasear hacia cualquier destino,
alejado de tanta hipocresía.
Y escribo
y siento
y lloro,
mientras, voy contando hasta cien,
es algo ínfimo contar del uno al diez
cuando las tripas se revuelven,
igual que si habitara en mí
una fuerte marejada.
Carmen Martagón ©
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