Desde el otro lado
del planeta, en las antípodas, regresé a casa una preciosa tarde de
primavera. Había ido a descubrir nuevos países, pero sobre todo anhelaba
comprobar aquello que mi abuela siempre me contaba. Decía que, al otro
lado del mundo, bajo mis pies, a miles de kilómetros, alguien leía el
mismo libro, escucha la misma canción o lloraba por una razón parecida.
Paseando por aquel país extranjero pude observar a una niña pelirroja que lloraba por un helado, recordé alguno de mis berrinches por idéntica razón, volví a sentir la dulce mirada de mi abuela y al cerrar mis ojos, ella regresó para leerme un bonito cuento.
Carmen Martagón ©
Paseando por aquel país extranjero pude observar a una niña pelirroja que lloraba por un helado, recordé alguno de mis berrinches por idéntica razón, volví a sentir la dulce mirada de mi abuela y al cerrar mis ojos, ella regresó para leerme un bonito cuento.
Carmen Martagón ©
Comentarios
Publicar un comentario