El señor Led no era
una bombilla cualquiera, formaba parte del precioso decorado que
alumbraba las calles por Navidad; pero a él le hubiera encantado ser una
estrella y acompañar de cerca a la luna, cada noche, en sus salidas.
Por la mañana se dormía cansado, agotado de dar luz a la avenida
principal de aquella gran ciudad y a media tarde, cuando despertaba,
justo antes del momento de encenderse, miraba al cielo para cerciorarse
si ya había salido la luna a saludarle. En su afán por descubrirla no
veía las miles de luces a su alrededor, tampoco se fijaba en los cientos
de carteles, que lucían sobre los escaparates de las hermosas tiendas decoradas para Navidad, supermercados, restaurantes o bazares que hacían
las delicias de los transeúntes.
Hoy tampoco prestó atención
al verde brillante de los semáforos o a las farolas, que empiezan a
encenderse poco antes que él y sus compañeros o compañeras.
La noche anterior su amada lució brillante y hermosa, haciendo sombra a todas las luces del mundo y él la busca entre los enormes edificios que se alzan a los laterales de la avenida. Hay días en los que los altos bloques de la urbe le impiden verla con claridad y sólo ve su reflejo entre las paredes de hormigón.
Algunas noches, sueña despierto
que logra zafarse del cable que lo sujeta a aquel adorno navideño
enorme. Se ve a sí mismo caer sobre los jardines y quedarse allí
agazapado... Cuando la Navidad termine podrá seguir mirándola
enamorado...
¿Conseguirá su sueño?
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