Se acostumbra la mente al dolor
al retorcer de las entrañas,
se acostumbra a cada fallo,
a cada nueva decepción.
Se acostumbra el corazón al sobresalto,
a pararse en la espera y la inquietud,
se acostumbra a vivir un sin vivir,
a cada nuevo palo...
Se acostumbra el cuerpo a cada golpe
a cada empujón, a cada pinchazo,
se acostumbra a sufrir por sufrir
a cada nuevo fallo.
Pero no significa que no duela...
que el parón no te achicharre el alma,
que tu cuerpo no se quiera escapar,
escapar más allá de la pena...
que tu mente se niegue a esperar,
que la rabia te ahogue y te mueva...
No quiero más dolor,
me niego a esa mala costumbre
de no sentir que late el corazón,
perder a cada paso la ilusión,
pasión, sueños y sentimientos.
Me niego a no sentir,
quiero soñar con los ojos abiertos,
pensar y sentir mi corazón,
quiero vivir,
aunque tenga que sufrir por el dolor y resistir...
Carmen Martagón ©
a pararse en la espera y la inquietud,
se acostumbra a vivir un sin vivir,
a cada nuevo palo...
Se acostumbra el cuerpo a cada golpe
a cada empujón, a cada pinchazo,
se acostumbra a sufrir por sufrir
a cada nuevo fallo.
Pero no significa que no duela...
que el parón no te achicharre el alma,
que tu cuerpo no se quiera escapar,
escapar más allá de la pena...
que tu mente se niegue a esperar,
que la rabia te ahogue y te mueva...
No quiero más dolor,
me niego a esa mala costumbre
de no sentir que late el corazón,
perder a cada paso la ilusión,
pasión, sueños y sentimientos.
Me niego a no sentir,
quiero soñar con los ojos abiertos,
pensar y sentir mi corazón,
quiero vivir,
aunque tenga que sufrir por el dolor y resistir...
Carmen Martagón ©
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