- Pase señor invierno... Permítame recoger las últimas hojas y enseguida estoy con usted...
Mientras el Invierno me espera en la puerta voy a buscar mi escoba de palma
e iré recogiendo las hojas que quedan. Me ha dicho que no quiere entrar
aún para que sus vientos no me remuevan las hojas. Podría
ofrecerle una taza de té, aunque tal vez prefiera otra cosa, tengo el
café recién hecho... No tengo ni idea de las preferencias del Invierno,
debería preguntarle...
Le he ofrecido un poco de té blanco, la sonrisa de
bienvenida y el calor de un abrazo. Me ha dicho que se quedará un
tiempo, el justo para dejar su huella. Sus vientos ya removieron las
últimas hojas secas del Otoño. En sólo unas horas se alojará en nuestras
vidas, así que hay que ser cortés con el dueño de los días fríos, la
lluvia que cala, las tardes grises y las nubes oscuras. La vida en él se
ralentiza, pero avanza paso a paso con la mirada puesta en la
primavera.
- Sea usted bienvenido señor Invierno, póngase cómodo mientras le ofrezco mi abrazo de despedida al Otoño que nos deja...
Y el señor invierno vestido de blanco se adueñó de los días y las
noches. Trajo su manto de frío, como cada año y ha estado revisando cada
rincón para no dejar ni un sólo lugar sin sus efectos. De madrugada
rocía los campos, al amanecer retiene al sol para que no asome, hasta
más allá del canto del gallo. Y al atardecer se lo lleva para que no
caliente en exceso la tierra...
Aunque prefiero el Otoño, no puedo decirle que se vaya, sería muy descortés por mi parte. Al fin y al cabo el Señor Invierno tiene sus ventajas.....
Mmmmmmm, a ver que piense...
Sí, ya sé... favorece a los enamorados acurrucarse bajo la mantita del sofá... Seguro que habrá muchas más ventajas. Mi querida amiga Zulma apuntaba las maravillosas comidas caseras de ésta época. ¿Tienes más ideas?...
Texto y fotos: Carmen Martagón
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