Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2017

NACER AL AMOR, UN CÁLIDO VERANO

Cuando me miro en tus ojos, pienso que me hubiera gustado verte llegar a mi vida un cálido verano. Te preguntarás ¿por qué razón? No hay una sola razón, hay muchas. La primera, haber podido disfrutar nuestros encuentros, recién estrenados, durante las horas del estío. Desear que hubieran sido más largas las horas, y esos instantes para conocernos que irán marcando nuestra vida juntos. Me hubiera gustado dormitar bajo la sombra de un árbol, con el calor de tu cuerpo sobre el mío. Descubrir contigo el azul más brillante del cielo, ese que, desde tu llegada, cobija este amor infinito. Qué hermoso habría sido verte abrir los ojos, en esas mañanas cálidas y somnolientas, después de algunas noches dormitando a ratos, sintiéndote a mi lado, reclamando mi presencia.  Tener la dicha de pasear, solos o acompañados, con el rumor del mar a lo lejos. Deleitarnos con el dulce calor de la arena, en los primeros arranques del día, o cuando el sol se esconde en los atardeceres. Me hubier

Cuatro elementos...

Fue tierra mi cuerpo mientras te buscaba, agua fue mi sangre, torrente sin calma, mi aliento era el aire que hasta ti llegaba. Fuego en mi espíritu, quemando mi alma. Me perdí en la hoguera de tantas pasiones, mi cuerpo de tierra se volvió de sangre, se perdió el aliento en mil emociones, sacié con tu cuerpo mi sed y mi hambre. Volveré a buscarte... tiempo detenido, volverá el otoño mientras no te olvido, volverá la vida, la que no he vivido volveré a la tierra, al cielo y a rio. Carmen Martagón ©

Y la vida herida...

Yo aquí, escribiéndote, Tú allá borrándote. . . . . . Jaime Sabines  Y LA VIDA HERIDA Y yo que dibujé con tinta indeleble, las líneas de esta vida juntos, y que remarqué de azul fluorescente mis días contigo, me quedo esperando. Espero sin miedo, manchando de sueños el blanco papel inmaculado, pensando escribir la historia de este amor de libro, de este triste sueño en que tus ausencias nos han convertido. Tú, sigues marcando distancia, haciéndote invisible. Y yo, sigo aquí, junto al mar, escribiendo tiempos, pegada a la orilla, con la cuerda rota y la vida herida. Carmen Martagón ©

Quedarse a solas...

Me quedó: el abrazo sincero de mi madre, el silencio arropador de mi padre, la risa de mis hijos, el beso en el pasillo de mi amante. Me quedó: la riña especial de mis amigas, la mano salvadora de otras tantas, la fuerza para seguir adelante. Me ha quedado la posibilidad de vivir que se le ha negado a los ausentes. Creo que, al final, lo tengo todo, en realidad, lo que perdí nunca fue mío. No se pierde o se gana, cada minuto robado al tiempo es una ganancia. Carmen Martagón

Menos paso...

Se clava la saeta en las entrañas, los candiles alumbran nuestras penas, dormidas ya, por cualquier madrugada. La vela no pone rumbo conocido, se quedará esperando nuevas primaveras, para lucir su llama un año más, su llama eterna... El humo del incienso purifica el ambiente, llenando la ciudad de un olor nuevo. Volver a ser niño entre azahares, recordar un tiempo de limpias carreras y olor a canela en las viejas cocinas. El racheo templado bajo los costales, que eriza los sueños de oscuros rosarios, suenan bambalinas, cornetas, tambores, se santiaga el alma y reza el creyente, húmedas miradas que esperan, que mecen. Se aguantan las nubes, retumban tambores en las madrugadas, duelen los costados, arden las espaldas, la madre y el hijo, la mujer y el hombre, las penas, caídas, el puente, "bofetá", las aguas y es nuevo perdón que nunca te falla. Ten misericordia, ten fe y esperanza, puede que no venzas, pero si hay amor, hay paz en el alma

Astillas

Equilibra mi mundo, deja que me agarre a tu cuerpo, aunque ya no seas tú, cuando la sombra callada de lo que fuiste se pierda en el agua y asome entre las olas dejándote ver, en este ocaso de cielos rosáceos. Has vivido, con la intensidad de la recia madera, llevando sombra, clamando al viento, acariciando nubes con fornidas ramas, acogiendo en tus brazos las almas que descansan tras el vuelo más largo. Se forjaron, bajo tu inmensa copa, los amores más tiernos, las sinceras promesas de sueños incompletos y, quedaron, bajo el natural cobijo de tu cuerpo, corazones y letras enlazadas, donde habita el pasado más reciente. Tú, naturaleza muerta, reflejo de mil vidas que se acaban, me dejarás descansar entre las grietas que el tiempo esculpió volviendo astillas. Yo, me adentraré despacio en este mar que sabe a soledades y al salobre sentir de madrugadas. Carmen Martagón ©