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Mostrando entradas de julio, 2017

Llueve la vida

Hoy llueven versos, y entre las líneas que empapan mi cuaderno, —ése pequeño, de pastas amarillas— he leído tu nombre. He recogido las estrofas de los charcos, antes de que los niños salten y enturbien los recuerdos de tu risa, los árboles hidratan sus hojas para escribir en ellas los juegos de infancia de los parques, aquellos besos a escondidas bajo su tronco olvidado y centenario. Sobre el columpio, se escribieron las risas de luna en nuestras tardes de niñas, y entre la arena, donde jugábamos a ser madres, la comida me ha sabido salobre, como las lágrimas. Hoy llueven cuentos, la casita no es de chocolate pero no perdió el olor a infancia, la inocencia del primer sonrojo, el asombro ante la caricia, la sonrisa muda tras el primer beso, ése que apenas roza la comisura y que se queda para siempre prendido entre los dedos. Hoy me llueve la vida, sobre las líneas de esta piel en cuarentena, sobre el dedo anular hoy despoblado, sobre el papel que

Distancia

Nada me dicen las fotos silenciosas, las sonrisas de esos novios despistados, ni los cielos más azules o nublados, provocadores de tantas mariposas. Se ha perdido nuestro amor entre esta ausencia, en ese bosque de negras soledades, en la espesura de las medias verdades y en la premura de nuestra inexperiencia. No vibra ya la piel al roce del otro, ni se acelera el pulso en la cercanía, se resiste el convivir de cada día y ahora es solo tú o yo, nunca un nosotros. Cuando pasen los años, llegue el olvido y bebamos de otros labios sin saberlo, tú, recordarás mi boca sin quererlo, yo, jamás podré olvidar que te he querido. Carmen Martagón ©

Nieve

Allí donde la nieve nos hizo resbalar a carcajadas, allí donde encontré la llave que me abrió a la adolescencia, en aquel lugar plagado de recuerdos, metí mis sentimientos a empujones en el corazón roto a fuerza de nostalgia.  Allí donde se me hundió la vida, seguirá nevando, llenando de frío las paredes desiertas, ausentes de cuadros. Yo sigo esperando que el calor derrita la nevada, esta que se ha instalado aquí en mi pecho. Por eso, busco tu abrazo en los cuerpos extraños que me voy encontrando, a lo largo de esta carretera interminable, que es mi vida.... Carmen Martagón ©

Arena

Tú, yo, este mar en calma que nos une, esa brisa fresca del verano y la tranquila línea de la otoño que suaviza los atardeceres. Y, aquí estamos, en un hermoso rincón, donde el sol se ha escondido para dejarnos a solas, perdidos de amor, entre la arena. Carmen Martagón ©

Huellas

Mientras se marquen mis huellas en tu orilla, tú seguirás amando mi recuerdo. Un día, llegará el viento sin retorno, para llevarse esta senda grano a grano. Yo, entonces, solo seré arena entre los dedos, incordiando en la piel de los que sueñan. Cualquier día, volverán a tu memoria los instantes fugaces de silencios y así, regresaré como una sombra, allá dónde solo llegue el viento. Carmen Martagón ©

A ESCONDIDAS

 A ESCONDIDAS Mi nombre es Luis, estoy en la frontera entre la madurez y la vejez. Me siento en esa franja de edad, en la que todos afirmamos, con una sonrisa forzada, que estamos en nuestro mejor momento. En realidad, desearíamos, con toda el alma, no haber pasado los treinta. Como dice mi madre, peino canas, y las patas de gallo no me dejan restarme años, tal vez, tres o cuatro para ligar. Prefiero las salidas para tomar unas cervezas al sol de otoño, a esas noches desenfrenadas en bares, sin apenas luz y la música demasiado alta. Sí, definitivamente ¡estoy mayor! Soy profesor de inglés en un instituto de Secundaria y Bachillerato, juego al Pádel, a diario, para descargar el estrés laboral. Vivo solo en un precioso ático del centro de la ciudad y soy gay. En realidad, nunca he salido del armario. No sé por qué razón sigo guardando para mí, para mis amantes ocasionales y mi hermano mayor, mi tendencia sexual, condición o como le quieran llamar. No veo la obligación de expli