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Mostrando entradas de enero, 2017

Guardado

En mis noches a solas buscando tus caricias despiertan tus palabras emociones dormidas. Qué bonito ese sueño, despertar en tus brazos y dormirme esperando que me llenes de besos, que me acune tu abrazo. Cuando llegue el momento, tanto tiempo esperado, endulzarás con besos el tiempo más amargo. Besos interminables de un momento añorado, tus labios en mi cuello con el más tierno abrazo, buscando en los rincones todo el amor guardado. Carmen Martagón ©

Nada es lo mismo

Sólo porque nada es lo mismo ya... Nada es lo mismo... Ni el tiempo, ni las ojeras bajo mis ojos, no son iguales mis sonrisas, están marcadas por cada lágrima derramada, por cada temblor en las entrañas a causa del miedo, por los minutos de llorar a solas, por la rabia y la impotencia de no ser...  Nada es lo mismo... Yo he cambiado, a veces fuerte, a veces débil, a veces sí, a veces no. Nada es lo mismo he puesto velas para alumbrar mi alma y no perderla, para llevar luz a un corazón dolido, para darle luz a mi nuevo camino. Nada es lo mismo, porque no quiero que así sea. Sólo por eso... Carmen Martagón ©

La crisis y el temido umbral

Hoy anunciaron sobrecarga en las facturas, subirán la luz y el gas, la cuenta de Enero será como un barrizal intransitable para aquellos que apenas tejen sueldos. Se abren comedores, se cierran fronteras, se bloquean cuentas, se saldan vidas. No cuadran el debe y el haber, donde debe haber justicia sólo hay silencio, y donde debe haber pan sólo hay vacío. Existe un umbral al que todos temen, uno que nadie querrá traspasar, ése al que no asomarás sonriente, excepto para salir a gritar que sí se puede... Carmen Martagón ©

Mamá

                     Ana observaba embelesada el fuego de la chimenea. Desvió la mirada despacio hasta posarla, uno por uno, en quienes le acompañaban a la mesa. Todos charlaban animadamente. Los platos ya vacíos tras la deliciosa cena. Las copas aún llenas servían para animar la conversación. Buscó a su madre pero, una vez más, no la encontró. Mamá debía estar en la cocina, ya se sabe que las madres siempre son las últimas que se sientan y las primeras en levantarse, especialmente en las c enas navideñas. Apuró su copa de agua decidida a buscarla, cuando se percató de que las luces del resto de la casa estaban apagadas. Mamá no podía estar en la cocina a oscuras.            —¡Mamá!—dijo alzando la voz.             Todos se volvieron a mirarla. Aquellas expresiones tristes en sus rostros y sus bocas tratando de esbozar una sonrisa tierna, le hicieron temer cuáles podían ser las razones por las que su madre no estaba allí. ¿Qué había sucedido? No podía recordar n

Confeti

No voy mirando al suelo para no verlos perdidos en la nada, he aprendido a mirar de frente los asuntos de la vida, aún a riesgo de pisar aquello que, alguien imprudente, deja, sin pensar,sobre la acera. Sus colores me recuerdan las risas, las ilusiones nuevas que pasan con los años, cuando, empeñados en crecer, dejamos de ser niños y nos convertimos en náufragos de vidas sin sentido. Su textura de papel que acaricia, invadiendo el espacio allá donde alguien les arroja sin pensar, me trae recuerdos de carnaval, de carrozas inmensas por donde ebulle la risa, donde se viste la magia y donde vuelvo a ser niña sin más. Su forma redonda, cuadrada, indefinida me devuelve a los años donde todo era posible, donde podías soñar con castillos, príncipes, dragones o anillos de compromiso, sin que estuviera comprometida tu vida. Nadie les mira al pasar una vez que acaba la fiesta, cuando termina la magia, pero les vemos, claro que les vemos... Foto: Rocío Escudero ©

Sed del otro

Siento tu respirar a mis espaldas, el dulce sonido del dormir tranquilo, el plácido sosiego, la calma que se asoma tras la batalla. Los besos explotan como minas en mi cuello, las manos trajinan sin cesar entre los pliegues de nuestros cuerpos, buscando donde iniciar ese ataque que pille sin defensas a la piel. Los susurros son apenas audibles, como claves de morse que sólo entienden los aliados, tú y yo, aliados en esta guerra de amor en esta activa batalla y la vez, enemigos en la contienda, donde escondimos las banderas blancas. Hacemos el amor, hacemos la guerra suspiramos, sentimos, luchamos, se nublan los sentidos somos incapaces de ver más allá de la piel, de oír más allá de los suspiros, incapaces de hablar, por la intensa sed del otro, que reseca los labios, que seca la garganta y ahoga los suspiros. Carmen Martagón ©

Conmigo

Aquí estoy, rodeada de gente, a solas, conmigo. Se oscurece la tarde y escribo, en mi mente rosas y espinas. La mano, que va desgranando letras, desborda en los versos silencio y ausencia. Carmen Martagón ©

Ríe

Despiértame cuando pasen los truenos, cuando apenas se escuche rugir la tormenta y se calmen los vientos que hacen volar las hojas, las páginas de un libro, la sonrisa, el duelo, la pena, la risa, mi risa. Despiértame que no quiero perderme el cielo despejado ya sin nubes, el olor de la tierra humedecida, al calorcito del sol de media tarde que te hace guiñar los ojos, te adormece y se marcha dejando su recuerdo y la risa, la tuya. Despiértame con música tranquila, con un coro de voces infantiles que derramen en el mundo su inocencia, quiero sentir las notas en las manos, aquí dentro, en el pecho, en mi cabeza la música que va recordándome las risas mi risa, tu risa, la suya, la misma. Carmen Martagón ©

El tiempo sueña

Minuto a minuto vamos a perdernos, piérdete conmigo en el correr del tiempo, en las manecillas del reloj sin cuerda, en esa fina arena que cae sin parar. Perder los sentidos pegado a mi cuerpo, perder la conciencia, sí, perder o ganar. Segundo a segundo vamos a vivirnos, vamos a encontrarnos en el mismo sueño, en esa aguja erguida del reloj de sol, que se vuelve oscuro cuando hay que soñar. Reloj de pulsera que no tiene dueño, o aquel que se alarma, cuando debo esperar. Vamos a sentirnos por horas y horas, perder días y días con cada pasión, y... ¡que importa si un sueño me detiene el tiempo! lo que importa es si el sueño lo detengo yo. Carmen Martagón ©

De colores

Existen besos que estallan en el aire, como papelillos de colores lanzados en las calles tras la fiesta, van buscando una sonrisa, sueñan una carcajada. Hay algunos besos, que aunque intuidos se convierten en inesperados, a la caza de unos labios donde posarse divertidos. Hay besos olvidados en la sinuosa línea de tu boca, sobre el asfalto gris del desconsuelo, entre la grava oscura de los sueños perdidos o las ilusiones rotas, escondidos, aguardando sin tiempo. Besos robados que transforman la piel a carcajadas, te hacen cosquillas en el pecho, esos que llevas de vuelta entre las ropas y terminan posándose en las sábanas cuando pasa la noche. Papelillos de colores que renuevan la ilusión de madrugada, incómodos cómo los besos obligados, nos pillan desprevenidos, se enredan en el pelo y no logras deshacerte del recuerdo. Besos de colores, los que lanzas con un "hasta luego", aunque sepas que será un hasta siempre y desees volver a sentirlos

Olvidar las palabras y encender la chispa

          Un nuevo relato en "Yo aprendí a leer..."          Carmen Martagón nos cuenta lo que supuso para ella los viajes a Portugal a casa de su abuela justo cuando comenzaba su aprendizaje lector:            "Mis primeros pinitos con la lectura coincidieron con nuestras visitas a Portugal para ver y estar con la familia de mi abuela y esto ocasionó todo un conflicto en mi aprendizaje lector. Fue embarcar en el ferry desde Ayamonte hasta Vila Real de Santo Antonio y comenzar a preguntar cómo se leía aqu ella letra extraña parecida a la “O” con sombrero o esa “C” a la que dibujaron un rabito de cochino. Yo leía “pao” y mi abuela me explicaba con mimo y paciencia que se pronunciaba como una especie de “u”, pero a mí me sonaba como un disparo (paun). De esa forma tan especial se pedía el pan en Portugal, con un disparo a bocajarro en la panadería del barrio." # recomiendo # olvidarlaspalabrasencenderlachispa  http://aprendialeer.blogspot.

A solas con mis versos

Se ha quedado el sabor amargo del último café; sigue aquí, impregnándome los labios, sigo esperando el dulzor de tu boca, que reviste de azúcar el café más amargo. Se ha quedado prendido en mi piel el olor de los días sin tí, el aroma a soledad de esta casa, su espacio sigue contando los minutos echándote de menos, mientras los días y las noches reflejan tu ausencia en mi sofá. Se me ha grabado en la sien el dulce sonido de tu voz, retumba su breve melodía en las paredes vacías de mi alcoba, en la mesa plegable que adorna la cocina y ha sido testigo de nuestros encuentros al alba. Mis manos echan de menos el calor de tu cuerpo, aún te buscan, con nocturnidad, entre las sábanas frías de ausencia, en el frescor de la ducha compartida, en el paseo bajo el sol de mediodía y a media tarde, en mi soledad irremediable. Espero tu regreso con las primeras nieves del invierno, no tardes mucho, se me ha quedado helada la nostalgia y no me reconforta la taza cali

Que se vayan las lágrimas

Que se vayan las lágrimas, las noches en vela, los días sin sol, la pena intensa que aprieta el corazón, que desespera... Que se vayan las lágrimas los momentos de duda, las nubes, la tristeza que nubla la razón, que te aprisiona... Que se vayan las lágrimas... que vuelvan las risas, los besos, las carcajadas en días de sol, que te dan vida... Y que vuelvan un día para limpiar los ojos, para llenar la vida de emoción, y que después se marchen, que dejen su sitio a la sonrisa, que dejen su sitio a la pasión. Devuelvanme la risa que no quiero dañar mi corazón, que se vayan las lágrimas, que me niego a vivir sin ilusión. Carmen Martagón ©

Sensual sentir

Desnudar el alma a la vez que la piel, ofrecer tu boca para la batalla, suspirar durante la contienda y sentir; sólo eso. Percibir a través del cuero la sensualidad de unos dedos, la tenue melodía de las caricias, el roce de unos labios húmedos. Desnudar la mente del pasado y vivir las sensaciones del presente, centrar tus emociones en el cuerpo que se empeña en temblar aún sin rozarlo. Tu mente que imagina, se desliza despacio entre sus pliegues, creando fantasías y realidades que te llevan al éxtasis. Vibrar a manos llenas, a dos, a cuatro, a tiempo, a destiempo y sentir sólo eso... Carmen Martagón ©

Tu Rosario

Cuentas sin saldar pedidas a la vida, retahíla aprendida, cosida en la niñez a tus recuerdos. Oscuras cuentas engarzadas de fe, que caen una a una sobre la falda gris del desconsuelo. Cuentas el dolor mientras la letanía se enlaza entre tus manos, exponiendo uno a uno todos los misterios. Cuentas los silencios, la distancia, los miedos, los pasos desandados, el tiempo... Surcan las arrugas tu frente de nácar, la memoria frágil, de vagos recuerdos, se transforma en cuentas de oscuro azabache que enredan tus dedos. Carmen Martagón ©

Alminar

Envidio la mirada que te ofrece la tarde desde la terraza de las azucenas, envidio el tibio sol que enlazará sus rayos con el fino talle de tu "cuerpo de estrellas". Adoro el brillo de la luna en tu alminar y esa mirada curiosa de un lucero que se va recreando juguetón en la fuente, remojado sus puntas, decidido a saltar. Me emocionan esos suspiros de otoño, pedacitos de brisa que emanan de otros tiempos y se arbolan para rodear tus esquinas, avanzando sin miedo hasta alcanzar el cielo. Envidio esas gotas de lluvia que te calan, que lavarán tu estampa cada primavera, mientras el cielo se cubre de nubes oscuras, llamando al invierno que ya casi llega. Quisiera contemplarte a lo lejos, hermosa, mientras la noche se inunda de azahar y estrellas, soñar con un tiempo de amor, de espuma y cera, mientras velas tan dulce soñar, mi Torre Eterna. Carmen Martagón ©

Llega la calma

Se marchó el temporal y quedaron tus ojos para arroparme del frío y apareció tu boca muda y descarada, para besarme sin pudor contra viento y marea. Se calmaron las aguas de este mar interior plagado de corrientes, esas que me arrastraban al fondo del abismo. Apareció tu mano, para agarrar mi alma que bajaba hasta un pozo, sin remisión ni tiempo. Se ha quedado este vaho, para empañar los cristales que miran hacia afuera. Tengo las manos dormidas de agarrarme a la vida. Abriré la ventana para que el frío me descubra y se lleve la escarcha que inundaba mis sueños. Se marchó la tormenta y he descubierto un cielo más azul; ya no tiene el aire el olor a promesas, las guardé en el armario donde escondí el silencio, las mentiras y el alma. Se ha marchado el temporal y aquí estamos, tú y yo, rodeados de gente con la sonrisa puesta y el amor en el aire. Carmen Martagón ©

Tejer sueños

Acaricio las teclas tejiendo sueños, enlazo palabras para poder soñar, sonrío, me enfado, y aún, sigo escribiendo, siempre a contratiempo y sin descansar.  Me adentro en cada línea que voy trazando, navegando sin miedo por tantas vidas, leo y releo, siento y no siento, miro, describo encuentros y despedidas. Cada renglón me cuenta una historia, que me sorprende, que me da vida, vivo escribiendo y voy sintiendo dolor, engaños, amor y heridas. Carmen Martagón ©