Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de julio, 2016

La fortuna...

Empezar camino con el pie derecho, pasar bajo la escalera, cruzarte con la mirada dorada del gato negro que te acecha. Sea pues Martes o Viernes, poder embarcar cualquier día, incluso en trece, cruzar los dedos, prender las velas unas velas blancas y zarpar sin rumbo hacia otras tierras. Que no es la suerte la que ha marcado cada minuto, fueron las líneas de tu destino, las manos blancas de tu alborada, fue la ruleta de la fortuna, tal vez el todo, quizás la nada. Carmen Martagón ©

Más que eso

¿Cómo medir el amor con el paso de años? ¿Se mide en caricias y sonrisas? ¿En miradas que llenan la vida? ¿En palabras, sueños, carcajadas? No puedo medir lo que siento, porque siento que te quiero hoy mucho más que ayer sin importar el mañana. Me has enseñado a ser yo, a mirarme en ese espejo que me regresa a la vida y a soñar mejores sueños. En tu abrazo, que despierta mis sentidos, es donde encuentro la calma, la pasión, la risa y el latir del corazón que me devuelve a mí misma. Soy contigo y soy sin ti no hay ataduras ni riesgo, sólo el amor de los dos, casi nada y casi todo, más que eso... Carmen Martagón ©

Los dos en este mar

Adoro la risa contagiosa de los niños, el olor que desprende tu pelo, la ducha calentita en el invierno, las sábanas nuevas en otoño, tu mano y mi mano en un paseo. Los viernes son lo anterior a una sonrisa, una canción que no escuché hace años que se pegó temprano en mis adentros y me acompaña mientras voy caminando. Me gusta el perfume de los sueños, el color de la luna en primavera, la mirada de ayer mientras bailamos a la orilla del mar de los recuerdos. Tú y yo en el cine de verano, bajo un manto de estrellas y luceros viviendo en éste cuento sin final que los dos inventamos sin saberlo. Tú en mi orilla, yo en tu arena, tú en mis sueños, los dos en este mar, para querernos. Carmen Martagón ©

No me importa

Ha dejado de importarme cómo me ven, si piensan que soy alta, baja, gorda o flaca, si creen que soy lista, torpe, fea o guapa.  Ha dejado de importarme cómo me observan, no le presto atención a miradas ajenas, a juicios en vano o a las falsas condenas. Porque he aprendido a mirarme al espejo, sonreirme sin prisas, vivir a carcajadas y a curar las heridas que he tenido en el alma. Y he decidido ser, lo que más me emociona, un café bien cargado, brisa de la mañana, las olas en la orilla o el sol en mi ventana. Carmen Martagón ©

Un nuevo Sendero

Tienes derecho a sentir amor cualquier otra cosa deberá ser rechazada de inmediato, tienes derecho a desear y sentirte deseada, todo lo demás es fruto de la gente sin alma que aprendió que al infierno van las niñas malas.  Tienes derecho a elegir, a probar y a sentir, a vivir acorde a lo que sientes, a mirarte al espejo y sonreir, querer sin condiciones simplemente porque sí. Tienes derecho a quererte, respetarte y mirar por tí, que nada ni nadie te haga sentir que debes abandonarte por cuidar de los demás, el olvido de tí no entra en tus planes. Tienes derecho a soñar, pintar arcoiris, viajar en barcos de papel, leerte por dentro y escribir un nuevo comienzo, un camino mejor, otro sendero dibujado expresamente para tí. Simplemente eso Y mucho más... Carmen Martagón ©

Los años vividos

Tengo los años escritos en el cuerpo, aquellos que suman los días o esos que aparecen en los sueños, los dolores de la vida, los engaños, las tristezas, que inmersos bajo la piel allí se quedan.  Tengo los años enredados en los dedos que van tecleando despacio mi futuro, señalan, acarician y recogen las lágrimas propias y ajenas. Tengo los años cincelados en las arrugas de mis manos, en los nudillos cansados de agarrar la vida, en los pliegues de mi pecho bajo el que duerme el corazón que late a cada paso de los míos. Una carga de años llenos de sentimientos, vivencias, sensaciones, contados al ritmo de unos versos, transformados en cuentos y relatos, volcados sobre páginas en blanco, vividos y ciertos. Carmen Martagón ©

Un mundo sencillo

No quiero banderitas blancas que ondeen orgullosas sobre la roja sangre de los caídos, ni pretendo tratados de Paz firmados en la espalda de los fusilados. No quiero esas mesas redondas donde se alaban los elegidos, donde deciden levantar fronteras, lavar zancadillas o abordar pateras ya vengan de Siria, de Italia o Armenia. No quiero más muñecos rotos, más niños sin alma, más lágrimas nuevas, detesto a los que venden armas, a cambio de un mundo lleno de fronteras. Recelo en todos vosotros la negra avaricia, la oscura indecencia tras vuestras corbatas, me horroriza pensar que mi voto os da libertad para no escuchar lo que el mundo clama. No he venido a pedir un poco de Paz, un trozo de fe o esa libertad que tantos esperan, hoy sólo he venido a exigir un mundo sencillo plagado de instantes que valgan la pena. Carmen Martagón ©

Colores

Quiero acunarte los sueños, limpiarte los mocos al atardecer tras esas carreras alrededor del parque, secar tus lágrimas y abrigarte del frio que ha congelado las entrañas y los días venideros. Quiero ver estallar tu sonrisa al compás de las subidas y bajadas del columpio, o del vértigo que te produce bajar de la "resbalaera" más alta, nunca ante el sonido de las bombas que retumban sobre cascotes y cielos. Quiero contarte un cuento antes de dormir, enseñarte las primeras palabras, seguir tus dudosos pasos por la acera, dejarte ser lo que quiera que seas, que nunca estén vacías tus manos o hueca tu mirada y que nadie te haga derramar más lágrimas. Quiero que seas feliz, que la PAZ se instale alrededor de tu vida, con altos y bajos pero segura, con las penas cotidianas, normalidad en los días, sin batallas... Te enseñaré a decir un te quiero sin motivos, amar al prójimo, respetar en silencio a los mayores, soñar un mundo en PAZ sin el

El rumor de tu oleaje...

Te acercas a mi orilla despacito, con ese vaivén apaciguado de las olas, el viento se dió cita en este encuentro, llegó para escucharnos palpitar, tú mi cálido mar, mi anhelo cada invierno, yo musa al caminar, hasta tu centro.  Mis pies que te añoraron este tiempo y cada palmo de mi piel que te esperaba se nutren hoy sin miedo de tu abrazo, del verde de tu fondo, de tu brillo de plata, de la fresca sensación que encoge el alma y que me seguirá cuando me vaya. Cuando me vaya... y ya no pueda verme en tu reflejo y el calor de este sol no me acompañe, me quedaré dormida y en silencio, escuchando el rumor de tu oleaje... Texto y foto: Carmen Martagón ©