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Mostrando entradas de mayo, 2016

Mamá

           Después de meses viajando en aquella línea de cercanías en dirección a Madrid, aún podía observar, en otros pasajeros, sonrisas tiernas cuando él la llamaba "mamá". Ana tenía apenas veinte años pero su cuerpo menudo y su cara aniñada la hacía parecer aún más jovencita.              Cada mañana le ayudaba a subir al tren y sin soltarle la mano, se sentaban juntos en los únicos asientos libres. Ella le acariciaba la cara y él le devolvía el gesto con aquella mirada azul que adoraba.               Una hora después se despedían con un beso, aunque, a veces, él se negaba a dárselo porque no lo llevaba con ella. Así, cada día, mientras Ana trabajaba en una tienda de Sol, su abuelo quedaba en las mejores manos, en un Centro de día para personas con Alzheimer.  Carmen Martagón ©

Alma de madre

Se acomoda tu cuerpo en el mío para el abrazo y se rompe mi alma de madre en mil pedazos, daría la vida, por esa sonrisa sincera de cada día. Se cierran tus ojos de niño en mi regazo y se acomoda ese cuerpo pequeño en mi costado, parar los sueños, por esos minutos contigo mi mundo entero. Se detienen las horas del día cuando te miro que el mundo camine a su antojo si estas conmigo, de todo ausente, mi tiempo y mi vida tu risa mi amor por siempre. Carmen Martagón ©

Al ritmo de unas campanitas

Desconozco si perdí la fe en algún tramo del camino, pero fueron los pasos en la arena, el sudor y el andar del peregrino, los que me devolvieron a mí misma, ésta que soy, que seré y que siempre he sido. Se pegaron los rezos a mi alma como se pega el polvo al caminante, las vivencias de los que nunca paran, el silencio de tantas promesas y el sonido de aquellas campanas. Llevo grabado en la piel el ritmo de mis pasos, las lágrimas que no derramé, las fuerzas que me estaban faltando, el amor de la gente de fe que llora y reza mientras va caminando. Este año vuelvo a ser una más pegada a la carreta de plata, sin nombre, sin tiempo, sin lugar, una más sufriendo al caminar el ritmo que el corazón acompasa. Carmen Martagón ©

Antípodas

           Desde el otro lado del planeta, en las antípodas, regresé a casa una preciosa tarde de primavera. Había ido a descubrir nuevos países, pero sobre todo anhelaba comprobar aquello que mi abuela siempre me contaba. Decía que, al otro lado del mundo, bajo mis pies, a miles de kilómetros, alguien leía el mismo libro, escucha la misma canción o lloraba por una razón parecida.            Paseando por aquel país extranjero pude observar a una niña pelirroja que lloraba por un helado, recordé alguno de mis berrinches por idéntica razón, volví a sentir la dulce mirada de mi abuela y al cerrar mis ojos, ella regresó para leerme un bonito cuento. Carmen Martagón ©

Su niñez

           El agua espantaba las avispas escondidas bajo las hojas, Antonio podía ver desde la ventana sus rápidos movimientos y el vuelo detenido con el que evitaban mojarse bajo la lluvia torrencial. Estaba seguro de que, si no hubiera estado preso de aquella silla y bajo la vigilancia de su madre, arriesgándose a terminar empapado, habría salido a cazarlas y serían el sebo perfecto en las trampas para pájaros.            María lo observaba con ternura, mientras iba doblando la ropa recogida antes del aguacero y se preguntaba qué ideas pasarían por la cabeza de su anciano padre, en aquellos momentos de soledad y silencio infinitos, en los que le sumía aquella maldita enfermedad. Carmen Martagón ©

Instante vivido

Y los minutos que no se detienen van componiendo mis versos, cuentan las sílabas, atan los sueños y se van olvidando la rima entre los lamentos. El tiempo imparable, ajeno al recuerdo me susurra al oído que escriba, me dicta un momento y voy acunando entre estrofas mi mundo más tierno. El tic tac silencioso recuerda, que el día se marcha deprisa, como pasa el viento, y que yo sólo soy esa brisa que te deja en los versos, el sabor del instante vivido que se queda en el cuerpo. Carmen Martagón ©

Mírame a los ojos

Mírame a los ojos, dime cómo espero la Paz que tú proclamas, la que dices que es blanca, esa que inventas en forma de paloma y que lanzas al aire con unos simples versos.  Cuéntame si puedes ¿Dónde está el galardón y a quién se lo concedes? ¿Cómo encuentras la Paz en un objeto, un diploma, un discurso? ¿Para qué? Si nadie consigue parar las bombas que me llenan de sangre, que reavivan los miedos y convierten en odio las risas y los juegos. Dame una explicación, al terror, la barbarie, al corazón que late más rápido por miedo, a este sufrir constante, al penar de pequeño por llorar a los míos que se fueron sin tiempo. Y mantén la mirada mientras vas a explicarme ¿Quién te ha dado permiso para matar mis sueños? ¿A qué dios te encomiendas cuando vendes las armas? ¿Cómo puedes decir que te apena la guerra? Tú no escuchas las balas, ni te tiembla la boca cuando pides la Paz, me cierras las fronteras y tapas tus oídos a los gritos, sin más... Mírame a los oj

Batallas

Sí, aún sigo luchando porque tengo ganas, porque sólo la muerte ha de poder conmigo, porque soy mujer de miles de batallas y no tengo miedo a ver al enemigo. No, no me rindo porque soy valiente, porque nací dispuesta para la batalla, porque no rendirse y caminar de frente, es abrir camino y derribar murallas.

Más allá de mi sueño

Apenas aprendiz de la palabra, inocente entre "grandes" que hilan versos, alumna ante metáforas sin nombre, principiante en las rimas, sólo un alma que vive y va existiendo. Sabedora de la providencia en juicios que apenas se han juzgado, no tanto escritora, hacedora de letras, feliz dibujante en paisajes olvidados. Afable mujer que disfruta los versos, las letras que remiendan cuentos, los signos que cambian escenas, lo antiguo se transforma en nuevo, y así van sanando las penas. Conocedora de culpas ajenas inocente de tristes finales, culpable de lágrima fácil, contadora de cuentos sin rima creadora en momentos cruciales. He aprendido de la inexperiencia a quedarme dormida escribiendo, a emborronar disfrutando momentos, pretendiendo enseñarte a leer más allá de tu sueño o mi sueño. Carmen Martagón © Foto: Rocío Escudero  ©

La caja

En el taller ‪#‎ completamenteviernes‬ yo también escribí sobre esa caja cerrada, que estaba repleta de tiempo...  La caja vacía y olvidada, repleta de voces y silencios. Los silencios que esconde me gritan, claman por salir de su clausura, los gritos guardados se rebelan, luchan por callar en su agonía. La caja vacía me escucha, sabe de mis llantos y mis risas, un día fue el rincón donde guardarlos, fue el lugar donde esconderme de mi misma. La caja vacía y olvidada conoce mis noches y mis días, tiene guardados los sueños perdidos y todos los caminos emprendidos que no llevan hacia ningún lado. La caja vacía y olvidada nunca está quieta, tiene dentro un volcán que se revela. Carmen Martagón ©

Mi piel

           "La piel de no rozarla con otra piel se va agrietado..."                                  Bertolt Brecht No permitas que mi piel se agriete por no rozar la tuya, que haya un desierto surcando mis labios a falta de tus besos, no permitas que se apague de un soplo el brillo de mis ojos por no encontrarme cerca la mirada que anhelo. No quiero olvidar que mi cuerpo a tu lado se convierte en un bosque cargadito de vida, que mi alma y la tuya se transforman en rio, y fluyen entre besos, caricias y suspiros. Quiero guardar en la memoria de un instante esa mirada ardiente que derrite mis miedos, que me acompaña como luz en lo oscuro, y me susurra cuando todo es silencio. No permitas que me vuelva desierto, refresca mi piel en esa lluvia de amor, donde el cuerpo se transforma en caudal de este río por el que navegamos, que se ha convertido en deseo. Carmen Martagón ©

PROCESIÓN

           Lunes Santo, sus ojos de niño no se apartaron de aquellos cristales, seguía lloviendo y el agua dejaba la calle cubierta de barro.            Martes Santo, la tormenta no cesó, la salida era casi imposible con ese tiempo.            El Miércoles al fin salió el sol y su madre trajo aquellos chalecos fluorescentes. Al caer la noche, todos caminaban despacio y en silencio, en la búsqueda de la embarcación que les llevaría hacia un lugar desconocido... Carmen Martagón

Tormentas

Justo antes del temblor le dijo que no la amaba y calleron cascotes a sus pies, sufrieron los cimientos de su alma, quiso atarse la venda con más fuerza pero no le dejó la madrugada.  Fue aquel seísmo lo que rompió su mundo, lo que araño la piel de su pasado, se abrió bajo sus pies aquel infierno que vino a despojarla de lo suyo y le cerró el camino hacia el futuro. Las lágrimas no fueron sino cascadas que se desbordaron, corrientes de ríos caudalosos que arrastraron lo bueno y menos bueno y la dejaron sóla, perdida, sobre el cieno. Después de la tormenta vino el sol a tostar los sueños de futuro con el abrazo cálido de nuevo, y ese calor que ya no recordaba, derritiendo la helada del invierno. Después del vendaval la brisa secó su cuerpo entero húmedo del dolor y el sufrimiento, la dejó descansar y le vistió los miedos. Carmen Martagón ©

Seguidillas

Seguidillas escritas para un ejercicio del Taller de Poesía ‪#‎ completamenteviernes‬ . Ojitos  Mi niña tiene sueños de luna llena, la velan los luceros junto a la puerta. Verde aceituna los ojos de mi niña, blanca su cuna. Amantes  Si me abraza tu cuerpo de ciego amante, me pierdo en el deseo aun sin mirarte. Besarte quiero y al perderme en tus ojos robarte un beso. Plazuelas  Ya no juegan las niñas en la Plazuela, ni se escuchan las madres por la merienda. Lo que daría por volver a ser niña desde este día. Carmen Martagón ©

CARMEN

La cara lavada por un mar de lágrimas, el alma obstinada, mujer insistente con giros de ingenua, una vida escrita en cada batalla, perseverante en sueños y proezas.  Tiene en su cuerpo la sencillez de un nombre, canción cercana con ritmo constante, el hogar y el verso, la risa que arde, instante que pasa que se ofrece eterno. Tiene el corazón mil veces remendado, las heridas del tiempo horadaron su carne, la volvieron de hielo que se derrite al aire. La firmeza en las manos, la fuerza en la palabra, la pasión en los versos, mujer de mil silencios, la rabia en sus adentros, tibieza en la mirada. Carmen Martagón © Foto: Rocío Escudero ©

La ciudad brillante

Cuando Córdoba se duerme con el susurro del viento... por la Mezquita se pierden estrellas del firmamento, que se asoman desde el cielo y en sus calles se divierten. Y quisieran los luceros poder llegar al Palacio, y para escapar del cielo se van bajando despacio, posándose en los almendros, colgándose en los naranjos... La luna les ve jugando, corriendo entre los jardines les ve esconderse saltando entre Acacias y Jazmines y les mira sonriendo entre Rosas y Alhelíes... La Ciudad Brillante (2010) Carmen Martagón

Manos arriba en nombre de La PAZ

Duermen los niños esperando el futuro que no asoma, soñando con la calma de las olas, jugando inocentes entre las caracolas. Duermen las madres esperando darles un futuro, un trozo de pan que no les llega, un hogar en Paz que se les niega. Duermen los padres maldiciendo mil veces su suerte, llenos de rencor en las entrañas, rogando asilo en una tierra extraña. Duerme la PAZ entre las bancadas de los poderosos, en tratados, leyes y acuerdos, en las fronteras y muros levantados, entre el barro que cubre los cuerpos olvidados. Duerme la PAZ entre rencores a veces infundados, entre los corazones que miran a otro lado, en el ego, el egoísmo y la maldad, entre aquellos que no entienden de verdad. Y gritamos PAZ pero nadie nos oye, Y grita el corazón, claman los hombres las mujeres, los niños, los ancianos, grita conmigo PAZ y alza tus manos. Manos arriba, Paz en el alma, en un grito sincero dónde sólo duerma la guerra, donde los sueños sean cotidian

No son cuatro paredes.

  Y se quedan atrás los muros vacíos, entre aquellas paredes donde reinó la risa, la vida, la lectura, la paz y la armonía, entre aquellos ladrillos donde sonaba el llanto sólo como preludio del hambre de un bebé. Las paredes se irán descomponiendo, caerá el papel pintado que elegiste, ya no habrá luz para alumbrar la vida cotidiana y el sol ya no será el primer visitante en las mañanas, ni sonarán urgentes las voces para el baño. Ya no habrá ruido de platos en los fogones, las tazas chocando en aquellos desayunos familiares, las sillas que se arrastran, la tele que se enciende, el silencio reinante será una pesadilla en aquellas paredes donde reinó la vida. No mirarás atrás porque llevas contigo los recuerdos, las angustias de lo desconocido, los miedos ante el futuro más incierto, pero miras a un lado y les ves indefensos, abandonando su mundo y sus recuerdos, que son más que unos muros y que van a dolerles más allá de este tiempo. Carmen Martagón

Adivina su nombre

Actividades de nuestro Taller ‪#‎ completamenteviernes‬ . Adivina su nombre El baúl de los recuerdos, el cofre de los tesoros, lo mismo guarda un babero, un "Play Mobil" o un llavero, las chuches de antes de ayer, el coche último modelo o las gafitas de ver.  Escondida en sus entrañas la cartera o un pañuelo, tal vez no lleve dinero pero siempre acaba en él la tarjeta del "librero" la barbie "Super start" y el papel del caramelo que no sé dónde tirar. Colgado de la muñeca, de rafia o de tafetán, descansando sobre el hombro, por las pistas que aquí van lo tienes que saber ya, aunque el objeto no nombro. Carmen Martagón ©

Contar el tiempo (Romance)

Esta preciosa foto de Rocio Escudero Alfonso acompaña a éste Romance que escribí para nuestro Taller ‪#‎ completamenteviernes‬ . Contar el tiempo (Romance) De tanto echarte de menos olvidé contar el tiempo y pasaron sin mirarme mis tres otoños completos.  De tanto penar tu ausencia casi no tengo consuelo, me he perdido en la nostalgia por la ausencia de tus besos. De tanto soñar despierta con tan ansiado regreso, me hice amiga de la luna mientras contaba los versos, fui cómplice de las olas, confidente de los vientos y escuchando confidencias olvidé contar el tiempo. Carmen Martagón ©