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Mostrando entradas de febrero, 2016

Tu regazo

En las manos de mi madre encuentro la fuerza, el calor necesario, la fortaleza, la caricia segura sin condiciones, sujeción y ternura, sólo atenciones.  En los ojos de mi madre veo esa alerta siempre al pie del cañón, más que despierta, la mentiras no pueden abrir caminos donde velan los ojos de amor a un hijo. En tí, madre, yo encuentro todo el consuelo, cuando me falla el alma, cuando no puedo, volver a ese tu vientre qué más quisiera, escuchar tus susurros, siempre a tu vera. Madre tú, mi vida entera, este rincón de sueños donde azuzar mis penas, donde llorar sumida en el más tierno abrazo, el consuelo del mundo es tu regazo. Carmen Martagón ©

Duerme lucero

  Mientras se duerme mi niño lo velan luceros blancos y suenan las caracolas susurrando algún fandango con el compás de las olas. También le velan el sueño las aguas de la bahía; la brisa que lo adormece le canta por bulerias mientras el viento lo mece. Duérmete niño nubes de caramelo sobre tu almohada, algodones de azúcar veo en tu cara, ha salido la luna y enamorada, se ha quedado en tu cuna de madrugada. Duerme lucero le contaré a los vientos cuánto te quiero... Duerme cariño, yo velaré tu cuna con besos de tu madre y rayos de luna. Carmen Martagón ©

En el Andén

En el Andén me encuentro esperando nuevas miradas, caras felices que me acompañen o rostros cargados de desconsuelo a los que solazar con algunos versos. Sentada en cualquier apeadero, respondo a las manos que me saludan, las que me ofrecen amor sincero, aquellas que me piden apoyo, otras que dicen adiós, algunas más, de las que nada espero. Veo pasar vagones vacíos, furgones colmados de sentimientos, poemas sin rima, canciones y cuentos, avanza el tren por las viejas vías, tal vez buscando nuevos momentos. Subiré, vacía de nostalgias, repleta de recuerdos y ávida de sueños; para apearme, donde haya un abrazo, una mano amiga, un beso de sueño o donde el viento me traiga, un nuevo comienzo. Carmen Martagón ©

Mariposas en el alma

Tengo la vida plagada de mariposas, revolotean alegres bajo mis párpados, se mueven a su antojo por la barriga, descansan en mi pelo, se posan en mis manos, sus alas son la brisa de cada día.  Se asoman a mi pecho si me enamoro y salen de mis labios con cada beso, son la delicadeza de mis caricias, el dulce despertar de mi deseo, la melaza del amor correspondido. Llevan mi vida en volandas, se llevan las tristezas que me limitan trayéndome en sus alas bellos momentos y transforman el aire que me rodea llenándolo de aromas que atrapa el viento... Ellas son las que guardan esos secretos que dan paz a mí alma o me desconsuelan, me abrigan sus colores y me divierten mientras danzan tranquilas por mis adentros. Carmen Martagón ©