En las manos de mi madre encuentro la fuerza, el calor necesario, la fortaleza, la caricia segura sin condiciones, sujeción y ternura, sólo atenciones. En los ojos de mi madre veo esa alerta siempre al pie del cañón, más que despierta, la mentiras no pueden abrir caminos donde velan los ojos de amor a un hijo. En tí, madre, yo encuentro todo el consuelo, cuando me falla el alma, cuando no puedo, volver a ese tu vientre qué más quisiera, escuchar tus susurros, siempre a tu vera. Madre tú, mi vida entera, este rincón de sueños donde azuzar mis penas, donde llorar sumida en el más tierno abrazo, el consuelo del mundo es tu regazo. Carmen Martagón ©
Herencias de mar, tierra, cielo, tiempo y sueños. Asómate a sentir... Palabras de mujer, nacidas de un puñado de vivencias. Directas desde mi corazón a tu corazón...