Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2015

LA TROMPA

  La casa de la abuela siempre me resultó un lugar fascinante, lleno de recovecos oscuros y viejas historias. Podría decir que no soy una niña demasiado valiente, pero nunca tuve miedo de subir al desván y cerrar los ojos en aquel espacio, esperando que la mano de alguien me llevara al otro mundo. Por otra parte, tras conocer el oscuro episodio familiar, que relataré más adelante, empezaba a entender los sonidos que parecían proceder de la vieja buhardilla y que me sobresaltaron tantas veces en mis horas de estudio: el maullido de un gato, la risa de una mujer y el sonido del mar. Esto último era lo más extraño, sobre todo cuando el mar está a más de trescientos kilómetros.  En la narración sobre aquella pobre muchacha, como la llamaba mi tío Alonso, se decía que fue una niña poco agraciada y callada, que siempre caminaba con la cabeza baja, escondida tras sus padres; carecía por completo de amigos y nadie la había visto sonreír jamás. Tocaba diariamente aquella trompa qu